‘Prometeo deportado’, en los cines de Madrid
El Universo, 05-04-2011Silencio. La pantalla de la sala número 3 de los cines Palafox comienza a fundir a negro y el mutismo se instala en medio de un intercambio de miradas perplejas. Es el fin de la proyección (la primera en España) de Prometeo deportado, filme del cineasta guayaquileño Fernando Mieles. Apenas hay butacas vacías en uno de los escenarios más emblemáticos de Madrid para admirar la fotografía caricaturizada de un país, el Ecuador, y la cruda realidad de un fenómeno, el de la emigración.
La cinta, que se presentó los pasados viernes y sábado en la capital española, lleva escrita en la frente el propósito de sabotear cualquier moralismo y legitima su vocación populista acercando al espectador a esos rasgos identitarios tan ecuatorianos. Retrata lo que somos y esa capacidad que tenemos de reírnos de nosotros mismos.
Oderay Game, productora del filme, intenta dar respuesta al éxito del largometraje (trece semanas en cartelera y 170.000 espectadores): “Hemos logrado contar una historia sobre la inmigración desde un punto de vista muy humano, con un profundo conocimiento de la idiosincrasia del ecuatoriano y con el brillo de una mirada nueva y audaz que permite hacer un viaje hacia el interior de nosotros mismos”.
Game asistió a la exhibición. Mieles no porque, según se dijo, participa en el Festival de Cine Latino de Chicago. También irá al de La Habana en Nueva York y al de Austin (Texas).
Sobre el filme, la quiteña Amelia Jiménez, quien reside en la Península desde hace una década, comentó que “Prometeo somos todos, por eso la película funciona en clave nacional”.
¿Qué ocurriría si Prometeo deportado se estrena en el circuito comercial español? Antonio Pozueco, productor de cine y televisión, cree que puede triunfar en un único nicho de mercado, el del ecuatoriano (o latinoamericano) inmigrante. “No es tan cerrada ni tan difícil de seguir, pero no sería fácil que cale en el público español”, dijo.
Es lo que sucedió con Qué tan lejos en su debut en septiembre del 2007. Los ecuatorianos (exclusivamente ellos) reventaron la taquilla de los cines Renoir y Verdi de Madrid y Barcelona.
Huérfano de cualquier maniqueísmo, el largometraje puede, sin embargo, servir para “conocer a un conglomerado humano que ha echado raíces en España pero que sigue siendo desconocido para la sociedad de acogida”, apostilló Pozueco.
Fue esa la motivación que empujó a Asún Navarro, profesora española en el colegio República de Ecuador, a asistir al primero de los dos pases programados. “Me interesaba entender mejor a mis alumnos, a sus padres y a su entorno”, sostuvo.
Leticia Chamorro ve reflejado en la película el “espíritu emprendedor” del inmigrante. En ese microcosmos que se construye en la sala de viajeros inadmitidos de un aeropuerto europeo, resaltó, cabe la posibilidad de “montar una barbería o una peluquería”. Y es que migrar, añadió, es “de por sí una experiencia de emprendimiento”.
La aventura es un pozo insondable de ilusiones, frustraciones, sueños y tristezas. Por eso ese silencio final tan elocuente.
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