Lázaro resucita en Salvatierra

La compañía Mirage lleva el sábado al Harresi un original montaje sobre el pícaro de Tormes

El Correo, N. ARTUNDO, 31-03-2011

El director de ‘Lázaro’ tiene nombre de marino explorador, formación de arquitecto y una diversa trayectoria escénica. Preparado en París, con Jean Lecoq y el mimo Decroux, y en Londres, ha trabajado como director, actor, dramaturgo y escenógrafo. Juan Ayala y su compañía, Mirage, llegan el sábado a la sala Harresi de Salvatierra, a las 20.00 horas, con un montaje que ha impactado tanto a espectadores como a críticos.
‘Lázaro’ «es una adaptación de ‘El Lazarillo’, pero muy actualizada y muy rota. Hemos cogido la narración y la hemos partido, con otra capitulación. Saltamos en la línea de tiempo y lo hemos cruzado con el Lázaro bíblico. Hemos hecho una especie de metáfora en la que le resucitamos otra vez, años después de que se escribiera ‘El Lazarillo’, y es el personaje bíblico el que viene a escena a contarnos esta historia», relata Ayala.
La función se ubica temporalmente en plena época imperial española, aquella en la que el sol nunca dejaba de iluminar alguna parte de las posesiones hispanas. «Es una propuesta bastante atemporal. Creo que funcionaría igual dentro de diez años y que hubiera sucedido lo mismo diez años atrás. No hacemos referencia directa a la crisis económica, pero sí que las hay sobre el momento en que vivimos. Sobre todo, hay una reflexión muy clara sobre la inmigración y lo parias de hoy, muchos de los cuales, en este país, son inmigrantes. Hay un paralelismo entre su situación y la de Lazarillo».
Pero Juan Ayala subraya que «vivimos en una sociedad parecida, en un progreso absoluto donde todo es posible el hombre se comunica, hace cosas alucinantes, viaja a donde quiere y, a pesar de todo, sigue habiendo mucha miseria».
Otro protagonista de la obra es la picaresca, en una doble vertiente: como modo para salir adelante y el autoengaño frente a la realidad. «Es parte de la novela y hacia el final Lázaro alcanza cierta posición social y seguridad económica. Para valorar lo que ha alcanzado durante toda una vida tiene que engañarse a sí mismo, tiene que matar a su conciencia. Es otra cosa que se refleja en el día a día, en el mundo de contradicciones en que vivimos», compara Ayala.
Creación colectiva
Pese a recoger elementos de la obra original, el estilo de trasladarla a la escena es absolutamente personal. Se trata de «una forma de creación colectiva en la que prácticamente escribimos en el espacio, por decirlo así: nos metemos en una sala de ensayos, probamos cosas y, a partir de estas improvisaciones, sacamos el texto. Es a la inversa de lo más convencional».
De esta manera, en el resultado «hay material de todos, porque también ha participado el músico. Luego, construimos la narrativa, que se va definiendo en el proceso, por provocaciones de los otros y no por una imposición del director en este caso, yo o del escritor». En estas tareas, los componentes de Mirage se han tenido que organizar, ya que «yo vivo en Barcelona, otros en Madrid y la productora y un actor viven en Londres. Hemos desarrollado períodos de trabajo muy intensivos». De esta manera de trabajar «surge un material muy específico, una obra muy escrita para quien la está haciendo y por quien la está haciendo».
Además, «paramos el proceso para abrir la sala de ensayos al público y probamos ideas que aún son bocetos. Ves las reacciones y sabes inmediatamente cuándo algo está vivo o muerto. El teatro está vivo porque hay una conexión con el público». Y la pieza conecta con él también con música en directo y rompiendo la ‘cuarta pared’, con mucha gestualidad y con el empleo de objetos, en una escena de elementos mínimos y luces que crean planos visuales.

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