Una inmigración integrada

La población que llegó a Euskadi en los 50 y 60 no se siente discriminada. Un estudio de la UPV analiza la percepción de los inmigrantes que llegaron de otros puntos de España en la segunda mitad del siglo XX

Diario Vasco, M. E., 11-03-2011

La inmigración que llegó al País Vasco desde otras regiones de España en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo se siente hoy plenamente integrada y no discriminada. Duda cuando debe responder si ahora se siente «más vasca o de su región de origen», pero sobre todo materializa su pertenencia a esta sociedad a través de los hijos, «a quienes ve como ‘vascos’ en todos los sentidos».
Son algunas de las conclusiones del estudio realizado por Iker Iraola y Julen Zabalo, del departamento de Sociología de la UPV, y que fue presentado ayer en el marco de un seminario sobre el pasado y presente de la integración realizado en la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de San Sebastián.
El objetivo del estudio, según explica Julen Zabalo, era «conocer los sentimientos reales de estas personas que llegaron entre mediados de los 50 y finales de los 70 de zonas como Extremadura, Andalucía, Castilla o Galicia. Muchos de ellos procedían de zonas rurales y se asentaron en ciudades y poblaciones medianas, en un contexto caracterizado por una rápida y casi siempre deficiente urbanización».
«El nacionalismo vasco y el nacionalismo español pugnan a menudo sobre la interpretación de ese proceso migratorio y sobre el nivel de integración», añade este profesor de la UPV. «Hicimos el estudio para conocer la opinión de los afectados sin mediatizaciones. Para ello usamos el sistema de los ‘grupos de discusión’: reunimos a protagonistas de esa inmigración en grupos y les dejamos hablar sin apenas intervenir nosotros. Debaten entre ellos y salen sus sentimientos reales. Pasaia es uno de los municipios donde montamos debates».
¿Cuál es el resultado? «El primero, que hay integración. Al margen de los debates políticos, la realidad se impone: aquellos inmigrantes que llegaron hace treinta o cuarenta años se sienten integrados y aseguran que no viven ninguna discriminación», asevera Julen Zabalo. «Más aún, incluso idealizan sus recuerdos: aunque los primeros años fueron duros, con una acogida no siempre buena que generó términos como ‘coreanos’ o ‘maquetos’, ahora tamizan el pasado».
Cuando empiezan las dudas es a la hora de hablar de ‘identidades’. «Muchos dudan al definirse como ‘vascos’, más vascos que de su lugar de origen o más de su sitio de procedencia que vascos. Es un debate poco claro para ellos mismos: cómo compaginar el haber nacido andaluz con ser vasco de ejercicio. Pero ese debate se supera y se sublima a través de sus hijos. La mayor parte de los consultados no duda en afirmar que sus hijos son vascos porque ya han nacido aquí y han crecido en este ambiente. Es como si los padres adquirieran sus ‘vasquidad’ a través de los hijos».
El profesor de la UPV admite que «manejar conceptos como identidad o sentimientos de pertenencia es complejo y sensible», y por eso remarca que todas sus afirmaciones se basan en «muchas horas de grabación» con los testimonios de los grupos de debate.
«Y es que son conceptos cambiantes», añade. «Los inmigrantes que dudan en calificarse como vascos aquí se sienten precisamente más vascos cuando vuelven a sus pueblos de origen. De entrada, a ellos les llaman ‘los vascos’. Y en los debates o conversaciones defienden el País Vasco frente a otras realidades».
Eso se plasma en la propia decisión que tomar en el momento de la jubilación. «Algunos vuelven a su pueblo de Castilla o Extremadura pero no se sienten a gusto y terminan volviendo a Euskadi».

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