Salt tropieza en las aulas

La alcaldesa del municipio se queda sola en su defensa de escolarizar inmigrantes en poblaciones vecinas Los profesores reclaman más trabajo social con las familias y relanzar la imagen de los centros

La Vanguardia, MAITE GUTIÉRREZ / BÀRBARA JULBE - Salt , 25-02-2011

“Only punjabi”, se excusa una mujer a las puertas de la escuela de su hijo. Es jueves al mediodía y esta vecina de Salt va a recoger al niño al centro de primaria La Farga. Como ella, muchos otros padres hacen entender como pueden que no hablan castellano ni catalán cuando se les empieza a preguntar. Casi la totalidad de las familias de esta escuela son inmigrantes, un fenómeno que se repite en otros centros de Salt.

El municipio vive una situación excepcional también en las aulas. La fuerte oleada de extranjeros llegados en la última década ha hecho que la proporción de alumnos de origen inmigrante alcance el 70% este curso, cuando la media de Catalunya apenas supera el 13%. El equipo de gobierno del Ayuntamiento (PSC-ERC) teme que la figura de los centros gueto, con todas sus implicaciones sobre la integración de la población, se enquiste en la localidad. En un intento de frenar esta deriva, la alcaldesa de Salt, Iolanda Pineda, lanzó una propuesta de choque hace unos días: limitar el porcentaje de inmigrantes al 50% en todos los colegios y distribuir parte de estos alumnos entre los municipios vecinos. Pero Pineda se ha quedado sola con su iniciativa. Por diferentes razones, ni profesores, ni políticos, ni familias la apoyan. Los alcaldes de la zona ya han dicho no a los escolares inmigrantes de Salt. Cada ciudad piensa en sus propios intereses y la solidaridad territorial queda en un segundo plano.

Para la alcaldesa de Girona, la también socialista Anna Pagans, convertir los alrededores de Salt en una zona de escolarización única “no es la solución”. Pagans defiende que los alumnos estudien en el centro más próximo a su domicilio, pero obvia que muchas familias de Salt tienen más o igual de cerca determinadas escuelas de Girona. El alcalde de Sarrià de Ter, Roger Torrent, es más directo y declara sin ambages que los municipios vecinos no tienen por qué solucionar los problemas de Salt. “Nosotros ni podemos ni estamos dispuestos a hacerlo”, advierte. Otros alcaldes se han manifestado en el mismo sentido.

Las escuelas representan una pieza clave en la adquisición de valores y hábitos compartidos, no sólo de conocimientos. Pero en los centros de amplia mayoría inmigrante este contacto con la cultura del país se hace más difícil, argumentaban desde el Consistorio para defender su iniciativa. Los propios padres inmigrantes lo reconocen y desaprueban la situación. Gindchinb aterrizó en Salt desde Marruecos con su marido y una hija hace ahora seis años. Ella trabaja como empleada del hogar, su esposo en los servicios de jardinería municipales. “Cuando llegué pensaba que mi hija se relacionaría con niños de aquí”, explica Gindchinb en un castellano básico mientras aguarda a que la niña salga del colegio La Farga. “No es normal que en los colegios de Salt la mayoría sean inmigrantes, preferiría que los niños estuviesen mezclados, que hubiera más contacto”, sigue. Asu lado, Fátima, también de Marruecos y madre de dos niñas yun niño que cursan 2 º de primaria y P5 en el centro, asiente. Ahora bien, ninguna de las dos está dispuesta a llevar a sus hijos a escuelas de otras poblaciones. “No tenemos coche”, tercia Fátima – es Gindchinb quien traduce sus palabras del árabe-.Otro padre del colegio, Satamimlel Singh, de India, tampoco se muestra dispuesto a que su hija, que ahora estudia 2. º de primaria, se desplace a otra población. En este caso es la hija de Singh quien hace de traductora en un perfecto catalán.

El transporte es el inconveniente que señalan todos los alcaldes y escuelas de municipios del entorno consultados. ¿Quién debe costear los autobuses que distribuiría a los alumnos de Salt? ¿Y el comedor escolar de estos?

La concentración de alumnos de origen inmigrante en las escuelas ha provocado un éxodo de ciertas familias autóctonas a los centros concertados de Salt o de poblaciones cercanas. A escasos metros de La Farga, se encuentra el colegio concertado Pompeu Fabra. El mismo jueves al medio día, la situación que se ve a sus puertas dista mucho de la del centro vecino. Comparado con otras escuelas, apenas se observan niños de origen inmigrante. “Aquí hay muy pocos, unos cinco o seis de promedio por clase”, afirman Mónica y Elena, madres de dos alumnos de 2. º curso del Pompeu Fabra. Ambas reconocen que traen a sus hijos a este centro porque en el resto la mayoría de alumnado tiene origen extranjero. “Yo intenté matricular a mi hijo en un centro público de Girona, y eso que tengo un colegio en frente de casa, el Mas Masó, pero allí casi todos son inmigrantes”, cuenta Mónica. Estas dos vecinas de Salt explican sus motivos: “No queremos que nuestros hijos sean una minoría en clase, si hubiese la mitad de fuera y la mitad de aquí, bien, pero no es así; las costumbres de estas familias son muy diferentes y muchas no hablan ni castellano ni catalán”.

Las dos madres apuntan otro argumento que prolifera entre las familias autóctonas: el nivel educativo en los centros con muchos inmigrantes baja. Pero esta idea tan extendida es falsa, tal como ponen de manifiesto numerosos estudios científicos, afirma el sociólogo de la UPF Gosta Esping-Andersen. “El hecho de que haya alumnos inmigrantes apenas tiene efecto en el rendimiento del resto de la clase”, explica. Los conocimientos no se resienten, pero por encima de un 20% de extranjeros sí aumenta el riesgo de conflictos sociales o tensiones culturales sobre todo entre familias, añade Esping-Andersen. La integración, al fin y al cabo.

Todos los centros de Salt, públicos y concertados, trabajan de forma conjunta en un plan educativo de entorno desde hace tres años. El viernes pasado el director de los servicios territoriales de Ensenyament, Albert Bayot, convocó a los medios de comunicación para explicar las experiencias educativas en las que están inmersos los docentes de Salt. Mejorar la imagen pública de sus escuelas es uno de los objetivos del programa. Los profesores lamentan que siempre se destaque la parte negativa y se obvie “todo el buen trabajo silencioso y diario que hacemos”, insiste la directora del instituto SES de Salt, Roser Llopis.

El director de la escuela Silvestre Santaló, Josep Planas, con un 85% de inmigración, reivindica la calidad de las escuelas públicas de Salt. Como ocurre en otras zonas con alta proporción de alumnado extranjero, las dificultades se concentran en los estudiantes que llegan a mitad de año en cursos superiores, en la ESO sobre todo, y que desconocen el idioma e incluso la grafía. El goteo de alumnos que llegan a mitad de curso es constante. “En cambio, un alumno que empieza en P3 acaba la primaria con el nivel requerido tenga la familia que tenga”, dice.

Este director, igual que otros profesores consultados, opina que la propuesta de Pineda “no tiene sentido ahora, se tendría que haber implantado hace siete años, cuando la proporción de inmigrantes en las escuelas era del 40%”. “Lo que necesitamos ahora es mucho trabajo social con las familias, que entiendan que han de responder a la llamada de laescuela y trabajar con nosotros”, añade. El director del instituto Vallvera de Salt, Josep Maria Rodríguez, destaca que el municipio se ha quedado aislado con sus propios inmigrantes, por lo que propone que sean los alumnos de las poblaciones vecinas quienes vengan a estudiar al municipio. Pide que se aborde el fenómeno de la inmigración de forma global, no sólo educativa.

La propuesta de Salt se queda sin apoyos. La Generalitat ya ha dicho que los alumnos de Salt tienen que estudiar en Salt. “En los centros se está haciendo muy buen trabajo y contarán con los recursos necesarios para atender a los alumnos, sobre todo en el aprendizaje de la lengua, impulsar los resultados educativos y la cohesión social”, indica Bayot.

Ante la negativa que muestran todos los sectores, Pineda plantea cuál debe ser la alternativa “si lo que se está haciendo en las escuelas de la población no es suficiente”. Cada uno aporta su visión pero nadie acierta a encontrar una solución concreta. La concejal de Educación, Ani Micharet, entiende que los municipios del entorno se muestren reticentes, pero confía en que si se les explica bien lo aceptarán. Micharet apela a la responsabilidad y advierte que el problema es de país, no sólo de Salt. Por ello, reclama al Govern que se implique y tome una decisión “valiente”.

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