La UE se recoloca en el Mediterráneo

Diario Sur, IÑAKI CASTRO CORRESPONSAL, 20-02-2011

La jefa de la diplomacia de la UE, Catherine Ashton, evocaba esta semana en un artículo la «especial resonancia» que han tenido en Europa las revueltas populares de Túnez y Egipto. La alta representante para la Política Exterior destacaba que levantamientos similares para «combatir la tiranía» han marcado la historia del continente desde «los bulevares de París en 1944 pasando por los astilleros de Gdansk en 1980 y las revoluciones en Europa del Este en 1989». Los procesos democráticos abiertos en el Mediterráneo, sin embargo, son para Europa mucho más que un orgulloso recuerdo compartido.

Los 27 se juegan en el mundo árabe buena parte de su estabilidad y prosperidad. Los 5.000 inmigrantes llegados esta semana a la isla italiana de Lampedusa resumen a la perfección uno de los grandes problemas que comparten ambas orillas del Mediterráneo. La amenaza terrorista es sin duda la otra gran preocupación común en la que se necesita una cooperación efectiva. Consciente de esta situación, la UE trabaja ya en un nuevo modelo de relaciones con la región que previsiblemente empezará a esbozarse mañana en una cumbre de ministros de Exteriores en Bruselas.

Ashton, en su artículo en ‘Financial Times’, subrayaba que había llegado el momento de que la UE pusiera fin a años de «estancamiento». «Necesitamos ofrecer nuevas oportunidades a la elevada población joven de la región», argumentaba antes de afirmar que la política de vecindad comunitaria necesita una «revisión» en profundidad. Esta fórmula de colaboración con los países más cercanos, articulada por la UE en 2004 tras su ampliación al Este, marca el camino para estrechar lazos con 16 Estados.

En base a este modelo de relaciones, la UE ha dividido en tres bloques a sus vecinos. La Alianza Oriental y las Sinergías del mar Negro – suscritas en 2008 y 2009 – impulsan la colaboración con todo el Este del continente y el Cáucaso. En cuanto a las fronteras del sur, Francia lideró hace tres años la puesta en marcha de la Unión por el Mediterráneo (UpM), un ambicioso proyecto con sede en Barcelona que incluye a 16 países extracomunitarios, entre ellos Egipto y Túnez. De hecho, Nicolas Sarkozy y Hosni Mubarak copresidieron la primera cumbre en París.

Responder a corto plazo

Pese a las grandes intenciones proclamadas en su presentación, la asociación euromediterránea hizo aguas desde el principio. El propio secretario general, el diplomático jordano Ahmed Masadeh, dimitió el mes pasado en plenas revueltas ante la parálisis de la organización.

La UE parece más centrada en responder a corto plazo a los procesos democráticos en Túnez y Egipto. Los ministros de Exteriores comparten hoy una cena de trabajo para avanzar en sus propuestas y cerrarlas en la cumbre de mañana, a la que también asistirá el presidente del Banco Europeo de Inversiones. Ashton anunció durante su visita de esta semana a Túnez una ayuda inmediata de 17 millones de euros y otra de 258 millones hasta 2013. Además, pidió a Bruselas que se movilicen 2.000 millones para toda la región.

La jefa de la diplomacia comunitaria, en cualquier caso, es más que consciente de que Europa necesita un proyecto global y a largo plazo para la región. El ministro de Exteriores italiano, Franco Frattini, propone extender el programa Erasmus a los universitarios del otro lado del Mediterráneo para inyectar «esperanza» en unas sociedades rebosantes de jóvenes. En Egipto, el 52% de los casi 85 millones de habitantes tienen menos de 25 años; la proporción alcanza el 42% en Túnez.

La edición europea de la revista ‘Time’ coincidía en que la UE debe encontrar la manera de llevar la ilusión al mundo árabe. El semanario recordaba que los jóvenes sueñan con cruzar el Mediterráneo en busca de una vida mejor. «Si eres tunecino, argelino o marroquí quieres emigrar a París, no a Pittsburgh. Son sociedades del fútbol, no del béisbol», argumentaba en referencia a la «especial» responsabilidad de Bruselas en ayudar a la zona. ‘Time’ señalaba, además, que Europa cuenta con un arma imbatible para impulsar la democracia en su frontera sur: la promesa de una futura adhesión a la Unión. Teniendo en cuenta las dificultades de Turquía, no parece que Bruselas opte por esta vía, pero sí por buscar un pacto más global. Marruecos ya disfruta de un estatuto de asociación avanzado, una herramienta económica que Ashton ya ha ofrecido a Túnez.

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