GENTE
Tacones peruanos
Mónica Hoyos, que ahora diseña zapatos, advierte que este año se ha propuesto enamorarse y vestirse de blanco
Diario Vasco, , 08-02-2011Kuyay. Así se denomina la colección de calzado con la que Mónica Hoyos se ha propuesto dar el taconazo como zapatera. Kuyay significa amor en quechua, la lengua ancestral de los incas. La actriz ha utilizado esa palabra como homenaje a su país de origen, Perú, y también porque a sus 35 años recién cumplidos ha decidido que ya empieza a ser hora de encontrar por fin al ‘kuyay’ de su vida. «Este año me he planteado una meta: enamorarme de verdad. Más aún, quiero vestirme de blanco, porque yo no me he casado nunca», confiesa entre risas, pero muy en serio, la ex de Carlos Lozano.
A Hoyos no le gusta que le recuerden constantemente al padre de su hija Luna, que ya ha cumplido seis años. De Carlos se separó después de una transición turbulenta de las de ni contigo ni sin ti. Pero admite que, hasta la fecha, «ha sido el hombre de mi vida, la única vez que he perdido la cabeza por alguien. Y cuando eso ocurre admite Mónica una es capaz de tragar carros y carretas». Por suerte para los tres (niña incluida) las aguas han vuelto a sus cauces y actualmente Hoyos y Lozano mantienen una tranquila y civilizada relación de padres separados. Tampoco le entusiasma a Mónica que le recuerden su brevísimo ‘affaire’ con Cayetano Martínez de Irujo con romántica escapada a Kenia incluida, pero aquél fue un episodio demasiado llamativo como para pasarlo por alto. «Yo no me enamoré de Cayetano, por más que digan. Soy una romántica y creo en el amor. Por eso no me enamoré. ¿Me ilusioné? Pues sí. Y cogí aquel avión a Kenia porque estaba sola y me apetecía darme una oportunidad. Pero si no le hubiera visto a él rendido a mis pies no lo habría hecho. Él sí trató de enamorarme», puntualiza la presentadora.
Es tiempo de recuento. Mónica acaba de celebrar su 35 cumpleaños, rodeada de 25 amigos («aquello parecía una comunión») entre los que estaban algunas famosas como Arantxa de Benito e Ivonne Reyes. A Mónica le encanta regalar, «por ver la cara de sorpresa del que recibe el regalo», pero esta vez fue ella la obsequiada. Cada uno de los comensales le dedicó una frase. «Me dijeron cosas preciosas que me llegaron al alma», cuenta conmovida. «Por eso cuantos más años cumplo más valoro la amistad y más la cultivo».
«Me crió mi abuela»
Fue el momento de acordarse de sí misma, de su primera llegada a España, de aquella niña de seis años que cruzó el Atlántico «en un avión, solita, con uno de esos carteles identificativos». Venía a encontrarse con su mamá, que por entonces trabajaba como secretaria del cónsul de Perú en Valencia. «Mi madre tenía solo 16 años cuando yo nací recuerda Mónica, y a mí realmente me crió mi abuela, una mujer cariñosa, pero muy estricta y rígida que me inculcó unos valores muy marcados». Aquella niña que pronto se acostumbró a los vuelos transoceánicos hasta que a los doce años se instaló definitivamente en la península, llegaría a ser con el tiempo Miss Valencia, azafata de televisión, presentadora, actriz… Y, por supuesto, famosa.
Introvertida «aunque no lo parezca» y «muy poco noctámbula», Mónica está centrada ahora mismo en su nueva colección de calzado de nombre inca, pero fabricado en Alicante. «He diseñado taconazos tremendos. Será porque siempre quise ser un poco más alta. Pero les he puesto a mis zapatos una doble capa de gel en la suela para que podamos ir cómodas, que no hay nada peor que tener que regresar a tu casa en mitad de una fiesta porque te hacen daño los zapatos». Eso y sus proyectos en Perú (dos telenovelas) y Los Ángeles (un programa en Univisión) ocupa todo su tiempo. Bueno, todo no. Está Luna, su hija, para la que no quiere «ni niñeras ni canguros. La crío yo personalmente y la recompensa es enorme. Jugamos y hacemos muchas tonterías juntas». Hay algo más. «Alguien que ahora mismo me hace reír. O sonreír, que todavía es mejor», adelanta Mónica. No es Jesús Cabanas, exmarido de Marta Sánchez, como alguien llegó a apuntar. «No. Jesús es solo un amigo. Se trata de otra persona». Un nombre en clave de momento es ‘kuyay’, amor en quechua.
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