Volver a empezar a los 60

La Verdad, EFE / ALICIA RUBIO, 05-02-2011

Christopher Onwugharam, abandonando el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. :: EL FARO DE CEUTA

Sin nada encima, sólo una maleta con algo de ropa, Christopher Onwugharam cruzó media África desde su Somalia para llegar hasta Ceuta. La historia no sonaría a nueva si fuera un joven de 20 años que busca un futuro que no consigue en su país. Sin embargo, Christopher tiene ya 60 años, lo que no ha impedido que dejara su hogar en busca de una vida mejor.

Y parece que está a punto de cumplir al menos parte de su sueño, gracias a la ayuda que ha recibido de CEPAIM, la ONG que le está ayudando a resolver su vida y ha logrado su trasladado a Torre Pacheco desde el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, donde Christopher era conocido como «el abuelo».

Todo comenzó en septiembre de 2009, cuando este somalí se jugó la vida para entrar en Ceuta a nado. Se enfundó un chaleco salvavidas y desafió las traicioneras corrientes y bajíos de la costa norteafricana. No había puesto aún ni el pie en suelo español cuando la Guardia Civil ya le esperaba en la playa. De la arena hasta el hormigón del CETI, donde ha permanecido año y medio hasta que CEPAIM ha logrado su traslado a Torre Pacheco. Ayer, con su maleta y un paraguas, Christopher dejaba atrás esa parte de su vida e iniciaba otra peripecia a sus 60 años, rompiendo el perfil habitual del inmigrante que entra en Ceuta a nado o en una balsa playera.

Miembros de la ONG lo han acompañado desde Algeciras para llevarlo al albergue que CEPAIM tiene en la pedanía pachequera de El Jimenado. Cada inmigrante viaja con su expediente particular, en el que se incluyen los cursos en los que han participado y se refleja su nivel de integración. El somalí, que ha sido incluido en los denominados «grupos de riesgo» para viajar a la península, vivirá en este albergue, donde se le orientará en la búsqueda de un trabajo. Christopher sobrevivió en su periplo desde el cuerno de África a Ceuta gracias a las limosnas que le dieron por el camino. Dormía al raso bajo los puentes, y se unía a otros inmigrantes para resistir los asaltos de la mafias y tratar de unir fuerzas en los campamentos que florecen en los montes que circundan la ciudad autónoma.

Busca trabajo en el campo

De ahí al salvavidas y el comité de recepción de la Benemérita. Pero, para Christopher, el CETI era ya la puerta a una nueva vida. Y el empujón definitivo se lo dio CEPAIM. La ONG trabaja con la Secretaría de Estado de Inmigración y ya está buscando un trabajo al somalí en las explotaciones del Campo de Cartagena. Es lo que este somalí sabe hacer, porque es a lo que se dedicaba en su tierra hasta que tuvo que escapar de la violencia y la hambruna que azota la zona.

Christopher escapó dejando a su mujer y a sus cuatro hijos para evitar que lo asesinaran, como hicieron con su padre. Lo más curioso es que su padre no murió por su disparidad con el Gobierno o por las luchas de guerrillas, sino por un familiar. Su tío decidió que tenía que quedarse con todas las tierras de la familia y optó por matar a su padre, para controlarlas. Christopher era el siguiente y huyó. A Christopher le quedan años por delante. Una vida bien distinta a la que ha tenido hasta ahora y en la que espera poder localizar a su familia. Y es que desde que escapó, ‘el abuelo’ nada sabe de su esposa y cuatro hijos. Ahora, en Torre Pacheco, si la vida decide mostrarle su cara amable y encuentra trabajo, luchará por saber dónde están y por traerlos a su lado.

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