DESDE DENTRO RICARDO PEYTAVÍ

Alemania, segunda parte

El Día, 25-01-2011

No es la mejor de sus películas pero sí una de las más divertidas. Nos muestra Roman Polanski en “El baile de los vampiros” las peripecias del profesor Abronsius; un viejo sabio que, cansado de que sus colegas se rían de él a cuenta de sus teorías sobre el vampirismo y los muertos vivientes, decide viajar a Transilvania acompañado por su ayudante Alfred. Tras descubrir a una notable población de “seres de la noche”, deciden acabar con ellos y rescatar a la hija de un posadero, la chica de la película, previamente raptada por las malignas criaturas. Pero llegan tarde porque la muchacha ya se ha convertido en vampiresa. Al sacarla del castillo y devolverla a su casa, lo único que consiguen Abronsius y Alfred es extender por todo el mundo el mal que querían eliminar. La moraleja es simple: los experimentos de los aprendices de brujo suelen acabar mal.

Naturalmente, no es lo mismo experimentar con gaseosa – o con vampiros de pega – que hacerlo con la situación social de un país. España tuvo un penoso comienzo del siglo pasado que desembocó en una primera dictadura, continuó con una crispada Segunda República, siguió con una sangrienta guerra civil, se perpetuó con otra dictadura más larga y mucho más dura que la primera y al final, como regalo postrero de una centuria digna de ser eliminada de la memoria europea por lo que supuso para el Viejo Continente en cuanto a crímenes, contiendas, genocidios, telones de acero y otras injusticias, llegó una transición política que llevó al país en el que vivimos del totalitarismo a la democracia sin demasiados traumas. Hubo algunos muertos más, lamentablemente, pero muchísimos menos de los que hubiese causado cualquier ruptura violenta entre el régimen y la libertad.

El caso es que las cosas fueron más o menos bien hasta que un día, cuando habían transcurrido 29 años desde la muerte del dictador y el comienzo de dicha transición, llegó al poder un señor llamado Zapatero acompañado por una cofradía de revisionistas. Bajo un manto de talante y buen rollito que nunca ha sido tal, se propusieron revisarlo absolutamente todo. No sólo la transición, sino hasta el propio resultado de una lucha fratricida acontecida casi siete décadas antes. Gracias a la exaltación de la memoria histórica y otros experimentos del presidente y sus acólitos, hoy la sociedad española vuelve a estar dividida y enfrentada. De momento sólo en el plano dialéctico, menos mal, pero enfrentada.

Eso, en lo político. En lo económico y en lo social, han conseguido los aprendices de brujo devolver a este país a los años cincuenta y sesenta del siglo pretérito; a los aciagos tiempos de la emigración a Alemania y a donde fuese porque aquí casi no había qué comer. Lo peor es que entonces emigraban mayoritariamente personas sin formación, mientras que ahora lo hacen quienes integran la que se denomina generación mejor preparada de nuestra historia; que tampoco es tanto, pero dejémoslo así. Es decir, Alemania segunda parte; valga esto también porque no suelo ocuparme dos días seguidos del mismo tema, pero a veces el hervor de sangre impone la excepción.

En definitiva, un país que hasta hace cuatro o cinco años tenía que poner coto a la llegada incontrolada de inmigrantes , convertido ahora en una sociedad obligada de nuevo a buscarse el sustento en el exterior. Y encima, enfrentada como no lo había estado nunca desde el final del franquismo. Este es el gran logro de Zapatero.

rpeyt@yahoo.es

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