A N Á L I S I S

Artificieros sociales

La Vanguardia, , 19-01-2011

Ramon Iglesias

Ahora, los grupos políticos de Salt andan a la greña exhibiendo cada uno pociones milagrosas
El mes de mayo pasado, todos los grupos políticos de Salt sin excepción presentaban con solemnidad y trascendencia el ARU, siglas de Áreade Reforma Urbana. Un ambicioso proyecto que consiste en derribar el céntrico gueto tirando al suelo 600 pisos y rehabilitando otros 1.200. Es el corazón arrítmico de la ciudad: calles y callejuelas que albergan la práctica totalidad de la inmigración africana y latinoamericana de Salt en muy pocos metros cuadrados.

Son sórdidos y descatalogados bloques levantados durante el desarrollismo. “Es una excelente noticia que representará un antes y un después para Salt”, proclamaba entonces el líder de la oposición, Jaume Torramadé (CiU). “Una transformación urbana jamás vista en estas comarcas”, afirmaba satisfecha la alcaldesa, Iolanda Pineda (PSC), arropada por todos y cada uno de los portavoces de CiU, ERC, Independents per Salt y el Partido Popular.

No han pasado ni ocho meses del anuncio, y los patrocinadores del ARU, con quienes firmaron el convenio, han perecido políticamente. El presidente

Zapatero liquidó el Ministerio de la Vivienda y el president Mas ha desmenuzado la denostada Conselleria de Medi Ambient i Habitatge de Francesc Baltasar. Salt necesita los 200 millones que Baltasar y Corredor comprometieron, apremiados por Zapatero y Montilla después del primer episodio de tensión racial de febrero del año pasado. Actualmente la alcaldesa, su consistorio y los técnicos se parten la cara para que este proyecto no sucumba. Pero no sólo se han esfumado los patrocinadores iniciales, sino que se ha resquebrajado la unidad política local, y cada partido se concentra ahora en lanzar mensajes a su parroquia. Los grupos políticos de Salt andan a la greña exhibiendo cada uno pociones milagrosas para desactivar un artefacto sociológico inestable. Un artilugio que tiene como pólvora la falta de trabajo; culturas y costumbres de difícil acoplamiento; racismo de unos y de otros; religiones incomprendidas o que no quieren comprender; delincuencia, fracaso escolar, incomprensión y un horizonte donde muchos no atisban ningún futuro.

Este centro de Salt es todo esto junto y nada en particular. Y por si no fuera poco, los carroñeros prescriptores de la xenofobia sobrevuelan la zona preparados para sacar tajada en las próximas elecciones municipales.

Decía ayer Francesc Homs, que con Salt el Govern no hará politiquería. No hagan, pero hagan algo, porque Salt no necesita ni politiquería ni palabrería, pero sí artificieros sociales y administraciones capaces de ayudar sin molestar.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)