Las autoridades mexicanas investigaban ayer, aparentemente a regañadientes y presionadas por Honduras, El Salvador y Guatemala, el secuestro de unos cincuenta inmigrantes centroamericanos en el estado de Oaxaca. Las víctimas, raptadas al mejor estilo de las películas del oeste y supuestamente con fines de extorsión, formaban parte de un grupo de doscientas personas que el día 16 tomaron en Chiapas uno de los trenes de carga utilizados para llegar a la frontera estadounidense.

Los testimonios de dieciocho personas, entre los que figuran mujeres y niños que lograron escapar, desvelaron que un grupo armado con machetes y armas largas detuvo el convoy en Ixtepec (Oaxaca), durante la medianoche y bloquearon las vías con troncos y piedras. Los datos fueron recogidos por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y ratificados por el Ministerio de Exteriores salvadoreño en base a las versiones ofrecidas por algunos de sus compatriotas.

Los testigos relataron que después los asaltantes subieron al convoy, golpearon a los ‘ilegales’, sin distinción de sexo o edad, les robaron sus pertenencias y se los llevaron. Los hechos sucedieron horas después de que una docena de efectivos del Instituto Nacional de Migración (INM) de México realizaran un operativo que se saldó con la detención de 92 ‘sin papeles’.

Ante esta extraña coincidencia, negada por el INM que sostiene que el tren nunca se detuvo, y tras las amenazas recibidas contra los testigos y contra el sacerdote Alejandro Solalinde, representante del albergue que atendió inicialmente a los huidos, la Procuraduría General de la República decidió trasladar a los supervivientes a la capital azteca para garantizar su seguridad.

«El tren se detuvo y tuvimos que saltar las vías. Cuando escuchamos los tiros nos echamos a correr. Todo fue como un relámpago: corrimos y gracias a Dios aquí estamos. Cuando sonaron los tiros, la gente corrió y nos perdimos. Sucedió rápido, le puedo decir que todo fue en segundos», relataba uno de los testigos.

Según la CNDH, alrededor de 20.000 inmigrantes ilegales son secuestrados anualmente en México para pedir rescate a sus familias en Estados Unidos. Amnistía Internacional, por su parte, afirma que seis de cada diez mujeres que llegan a los albergues son violadas.