Hace diez años ya que Alejandro Romero trabaja en Salvamento Marítimo. Es el patrón de la Salvamar Regulus, una de las lanchas que está en alerta para participar en cualquier rescate en el mar que pueda producirse frente a las costas de Galicia. El viernes en el que el North Spirit dio la alerta no trabajó. El último operativo en el que participó fue la recogida de un marinero de un barco de Noia. «Foi complicado. Houbo que facelo entre olas de tres metros de altura», recuerda este marinero que empezó a lidiar con el mar cuando tenía 17 años.

El trabajo de la Salvamar Regulus no consiste solo en los rescates. «Tamén remolcamos a pesqueiros que quedan no medio do mar», apunta. Aunque le gusta lo que hace, reconoce el peligro que entraña a veces adentrarse en el océano con marejada o temporal. «Abarloar é o peor. Hai que colocarse en paralelo ao barco que vas rescatar», añade.

La función que desempeña en la lancha es la de conductor. También hay un marinero y un mecánico. El mando para pilotar esta nave que puede ir hasta una distancia de 200 millas de la costa (porque luego ha de volver a tierra) es, igual que ocurre en el caso de los operadores de grúa de los helicópteros de rescate, como el de videojuego. Pero lo que hace este hombre no es ficción. Es realidad.

Hace ya años que está destinado en Galicia, su tierra natal. Pero estuvo un año en el sur, trabajando en el rescate de pateras. «Alí hai moita xente inmigrante. A experiencia de ter estado traballando con pateiras é incrible. ¡O que pasa esa xente para chegar ata aquí!», cuenta mientras recuerda cómo en un pequeño bote de entre ocho y nueve metros pueden venir en torno a medio centenar de personas.

Después estuvo destinado en Llanes (Asturias) y luego medio año en el País Vasco. «En Galicia xa vou para seis anos», explica. Ahora vive en su pueblo natal. Trabaja una semana entera, veinticuatro horas al día en las que ha de estar localizado en caso de que ocurra cualquier cosa. Luego descansa otra semana.