conflicto del Sáhara
Un muro demasiado largo
"El Muro es por el día del Ejército marroquí mientras que de noche es saharaui"
Diario de noticias de Gipuzkoa, , 18-12-2010sáhara. Superado tan sólo por la Muralla China, el muro construido por Marruecos en los años ochenta es una larga barrera de 2.700 kilómetros que separa los territorios liberados por el Polisario de los territorios ocupados por Marruecos. Lo que convencionalmente se conoce como “muros defensivos” son unas barreras hechas de piedra y arena que están fortificadas, minadas y custodiadas por cerca de 165.000 soldados pertrechados con un arsenal bélico muy sofisticado. Estos muros se edificaron con un doble objetivo: por un lado Marruecos quiso materializar el hecho consumado de la ocupación, y por otro quisieron evitar las numerosas incursiones del ELPS.
Siguiendo las sugerencias de los estrategas extranjeros aliados (franceses, israelíes, americanos) y con el sustento económico de sus principales proveedores del Golfo (Arabia Saudí, Qatar, Kuwait e Irak), Marruecos comenzó la edificación del muro. Entre los años 1980 – 1987 decenas de miles de soldados, centenares de excavadoras y brigadas de zapadores e ingenieros levantaron la gran muralla del desierto saharaui.
Hoy en día se calcula que el mantenimiento de la barrera le cuesta al Gobierno alauita más de tres millones de dólares diarios. Aún así, los marroquíes nunca han dejado de perfeccionar las defensas del muro. “Hacen maniobras de forma habitual. En estos últimos tiempos se siente que hay más actividad, más formación. Pero nosotros tenemos información de todo eso, igual que ellos tienen información de nuestro ejército. Somos conscientes que utilizan aviones espías y tienen otros modos de vigilarnos”, expone con naturalidad el comandante Habuha Braica. Los mandos del Polisario reconocen que se trata de un obstáculo importante, aunque no decisivo. “Demostramos durante toda la guerra que podíamos franquearlo, y lo volveremos a hacer. Te lo resumiré en una frase, y no quiero parecer pretencioso: el muro por el día es del ejército marroquí, mientras que por la noche es nuestro, del Polisario”, expone el oficial Mohamed Alal en un perfecto español.
También admite lo fatigoso de atacar una fortaleza de esa índole, pero se muestra optimista al respecto: “Sí, ha sido un gran obstáculo, pero no insalvable. Los marroquíes tuvieron que recurrir a los norteamericanos, a los franceses y a los israelíes, que les ayudaron a construir el muro, y aún así aprendimos a rebasar estos obstáculos. Nosotros elegimos dónde y cuándo atacar”, subraya Alal.
El militar habla de la guerra con la naturalidad de quien ha asumido ese trance como una forma de vivir. “El que no conoce la guerra puede tener muchos planes en la cabeza, pero luego se da cuenta de que llevarlos a la práctica no es tan fácil. Nosotros somos muy pragmáticos, sabemos las fuerzas con las que contamos, y sabemos luchar con ellas, aprovechando al máximo el terreno y la estrategia. No hacemos grandes acumulaciones de hombres, y tenemos mucha paciencia. En la guerra la paciencia también ayuda, y más si combates en el desierto”.
Buena muestra de ello es la parsimonia con la que desmiga un gran pan redondo que sus soldados acaban de depositar sobre la alfombra. Unta un pedazo en aceite de oliva y se lo lleva a la boca. Mastica lentamente. No tiene prisa por contar nada. “Mira, nosotros no presumimos de la guerra ni de nuestras fuerzas, porque la guerra no nos gusta. Si vamos, iremos obligados, aunque muy motivados. La formación del Estado saharaui es irreversible, jamás renunciaremos a eso”. Y acompaña sus últimas declaraciones, calmosas como todas las que realiza, con un largo y sonoro sorbo de té.
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