Una tierra de inmigrantes convertida en fortaleza ante los nuevos extranjeros

Gara, , 16-12-2010

Aunque Australia es una tierra de inmigrantes puesto que sólo el 2,2% de sus 21 millones de habitantes son aborígenes o autóctonos y la primera ministra nació en Gales, en los últimos años ha desarrollado una política de cierre de fronteras ante los demandantes de asilo. Por tanto, escenas dramáticas como las vividas ayer en Christmas Island no son un hecho aislado.

Así, en marzo de 2000 desaparecieron 220 inmigrantes en el Índico, al intentar llegar a Australia en un barco desde Indonesia. Meses antes, se hundieron otras dos barcas que realizaban el mismo trayecto, con un balance oficial de 163 personas muertas.

En noviembre de 2009, desaparecieron 22 personas en las islas Cocos o Keeling, situadas a 900 kilómetros de Christmas Island.

El pasado 25 de mayo, Australia admitió oficialmente la desaparición de un centenar de personas, de las que no se tenían noticias desde hacía seis meses, cuando viajaban desde Indonesia a Australia.

En los últimos años, tanto los gobiernos laboristas como los conservadores han tomado medidas contra los inmigrantes y aquellos que solicitan asilo. En 1992, el primer ministro laborista Paul Keating autorizó a la Policía a detener a los indocumentados, mientras que el conservador John Howard instauró el sistema de enviar a los demandantes de asilo fuera de Australia, como a Nauru o Papúa-Nueva Guinea.

A finales de los años 90, surgió en Australia un partido xenófobo, con un discurso similar a la ultraderecha europea, llamado One Nation Party, con el que Pauline Hanson llegó al Parlamento federal. Su reivindicación era que Australia debía cerrar sus fronteras a los inmigrantes porque «ya no puede soportar más». Evidentemente, One Nation Party se refería a la inmigración de origen asiático y no a la británica.

En 2001, Christmas Island vivió otro escándalo relacionado con los inmigrantes, cuando el buque noruego «Tampa» rescató a 400 náufragos en mar abierto e intentó que desembarcasen en la tierra firme más cercana, que era este territorio australiano. El Gobierno de John Howard se negó, creando un conflicto diplomático con Noruega. Finalmente, los demandantes de asilo fueron enviados a otros territorios.

En 2006, el líder laborista Kim Beazley alertó del gran número de trabajadores temporales extranjeros que llegaban a Australia, destacando que servían de excusa a los empresarios para obtener beneficios fiscales.

La situación en la que viven los demandantes de asilo en Australia es también objeto de periódicas denuncias. El pasado 20 de noviembre, sin ir más lejos, el corresponsal de «Irish Times» en Sydney, Pádraig Collins, informaba de que diez demandantes de asilo encerrados en el campo de Christmas Island se habían cosido los labios para denunciar sus condiciones de vida. Martxelo DÍAZ

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