Colaboración
Subasta final
Deia, , 25-11-2010En la última parte del esprint final de la campaña, casi todas las candidaturas disparan los últimos cartuchos. La excepción es la CiU de Mas, con las encuestas todavía muy a favor, aunque con tendencia a moderar un ascenso en que todos coinciden.
Después de haberse llenado la boca con autoafirmaciones, el todavía presidente Montilla mantiene las cuñas publicitarias que empiezan por decir que el tiempo de tripartito ha pasado. En la penúltima semana firmó el acuerdo de transferencia a la Generalitat de los ferrocarriles regionales, sin concretar demasiado los detalles de financiación, personal… Lo que es seguro es que, como en los de cercanías, vías y trenes seguirán siendo del Estado, la gestión, de la estatal Renfe. Lo que queda es hacer menos que de controlador del tráfico: fijar recorridos y frecuencias de paso, siempre que el material lo permita. Otros recursos han sido de sentimiento y sexo. Última apelación al sentimentalismo: el anuncio que, si se lo conceden, el próximo será su último mandato.
Finalmente, las juventudes socialistas, que ya lo disfrazaron de superhéroe a la manera en el que el hecho de votar, con papeleta socialista, provoca el orgasmo de una joven electora en el momento de depositar la papeleta en la urna. Con gran disgusto, más o menos indisimulado, de las compañeras de cartel. Más sorprendente aún es el otro recurso de erotismo light: el de la candidata que se exilió del PP, la catedrática Montserrat Nebrera. Se escuchan jadeos, se ven piezas de ropa repartidas en desorden por una casa, y finalmente aparece ella, cubierta únicamente con una toalla de baño, y llega el eslógan: “yo no tiro la toalla”.
Chocantes, pero nada en comparación con la luminosa idea en forma de videojuego del PP. La cabeza de cartel, Alicia Sánchez Camacho, ha hecho de la inmigración uno de los ejes de la campaña. Llegó a proponer la expulsión de todo extranjero sin trabajo. En el videojuego de sus creativos, el usuario, a través de la muñeca caracterizada como Alicia Croft (¡vaya alarde de imaginación y de uso de las herramientas infromáticas de diseño!) lanza bombillas contra inmigrantes que caen en paracaídas y contra independentistas. Primero dijo que el pasatiempo tenia fallos técnicos, que se retiraba para corregirlos, y que los disparos no debían ser contra inmigrantes, sino contra aviones con el rótulo de mafias de la inmigración. No coló. Todos la han acusado de incitar a la violencia y a la xenofobia. SOS racismo ha llevado el engendro a los tribunales i Iniciativa – verds ha amenazado con lo mismo. Nadie ha parecido percatarse, o ha hecho el mismo nivel de crítica, respecto de la violencia contra el independentismo.
Puigcercós, el líder de Esquerra, el forjador de los dos tripartitos, después de armarla con los andaluces, ha frenado el independentismo. Del referéndum soberanista como condición indispensable para cualquier pacto ha pasado a decir que eso de la independencia será, en cualquier caso, un proceso largo y ha de iniciarse dentro de la legalidad. Después ha ofrecido explícitamente el apoyo sin condiciones a la petición de Concierto económico de Mas. Más tarde, y explícitamente, se ha ofrecido para un gobierno de coalición con CiU. Tal vez cayó en la cuenta que se había pasado de frenada. Y añadía después otras dos condiciones: que si se confirman los pronósticos, el nacionalismo mayoritario no rebaje las prestaciones sociales, ni disminuya las medidas en defensa del catalán.
Los retos electorales aparecen también, de hecho, como órdago sobre el futuro de casi todos los candidatos. Si Montilla fracasa, no necesitará renunciar en encabezar el PSC, si no es para ahorrar tiempo y la afrenta del cese. Cuesta imaginar una continuidad de Mas después de una tercera derrota fáctica. Puigcercós y Herrera ya han sustituído antes del partido a los predecesores Carod (que no ha querido ni siquiera participar en la campaña) y Saura, en ERC i IC – Verds, respectivamente. Y la líder del PP, como el republicano, tiene mil sombras con cuchillos en su propia casa, preparadas para atacar si huelen sangre.
La clave de la confirmación de unas, otras, o ninguna encuesta, será la participación. Ha llegado a situarse en los sondeos hasta en el 48 por ciento. Eso daría opciones, que más de un estudio reconoce, a Nebrera, a Laporta e, incluso, a Carretero (en Lleida). Y dejaría un Parlament con nueve fuerzas, en lugar de las seis actuales (CiU, PSC, Esquerra, PP, IC – V y Ciudadanos).
El grueso de los abstencionistas, sobre todo activos, serían militantes de Esquerra y de los socialistas, absolutamente desencantados de los suyos y de la experiencia de la última legislatura, por exceso o por defecto, de izquierdismo y de catalanismo o españolismo, según cada uno. Tradicionalmente, los ciudadanos del cinturón rojo de Barcelona no han dado importancia a las autonómicas, mientras que se han movilizado en masa para las legislativas estatales. Así salvaron a Zapatero en las últimas.
Ése es el campo de juego de Montilla, frente a la racionalidad del nacionalismo clásico y la apelación al voto españolista útil (del Partido Popular), rebelde (Ciudadanos) o centrado (La Alternativa de Nebrera), hasta el extremo de considerar necesaria una consulta que calibre de una vez qué quiere ser la mayoría de los catalanes.
En un caso similar, Puigcercós afronta, además de la desafección de muchos de los suyos, las fugas de otros al independentismo directo (Solidaridad de Laporta y Reagrupament de Carretero), o al voto útil catalanista de CiU.
Con casi la mitad de abstencionistas declarados, y más de una tercera parte de indecisos, volverá a resultar difícil que acierten los sondeos. Salvo el definitivo, el recuento del domingo por la noche. El lunes, o mejor el martes, con tiempo, hablaremos.
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