incendio mortal en Santurtzi
"Los gritos eran estremecedores"
w "Era habitual ver el humo que salía del viejo restaurante", reconoce un vecino de la avenida Iparragirre w El local ya había sufrido dos pequeños incendios este año
Deia, , 23-11-2010Santurtzi. La pobreza se cobró ayer dos víctimas mortales en el municipio vizcaino de Santurtzi cuando cuatro inmigrantes – al parecer, tres magrebíes y un subsahariano – intentaban combatir el frío nocturno con una hoguera en el interior de un restaurante abandonado en la periferia de la localidad marinera.
Ni siquiera la rápida actuación de dos agentes de la Policía Local que acudieron raudos a sofocar el incendio con sendos extintores pudo evitar la desgracia, aunque sí rebajarla al recuperar del interior del local, ayudados por uno de los infortunados habitantes del viejo restaurante, a un cuarto afectado que se debate entre la vida y la muerte en el hospital baracaldés de Cruces.
Los restos del que fuera durante los años setenta y ochenta un célebre restaurante en Bizkaia se convirtieron ayer en la tumba de dos jóvenes indigentes que a lo largo del año venían utilizando la sede del Lucas como aposento de su indigencia. Triste final para una situación denunciada reiteradamente por los vecinos. De hecho, en el último año, el edificio había sufrido ya dos pequeños incendios. En el primero, las llamas iniciadas en un lateral del local afectaron a varios coches. El segundo, afortunadamente, se quedó en conato. Sin embargo, ya indicaban que la tragedia podía producirse en cualquier momento.
Estremecedor Unos gritos que los vecinos no dudaron en calificar de “estremecedores”. “Eran unos gritos horribles. Pobres diablos, se estaban quemando vivos”, relataba compungido José Antonio Villota, vecino del paseo de la Sardinera, desde donde pudo contemplar un incendio que, reconoce, era “una crónica anunciada”. “Era habitual ver el humo que salía del viejo restaurante, bien porque calentaban la comida allí o porque hacían fuego para calentarse; pero el riesgo estaba ahí y la final se ha cumplido el peor presagio”, declaraba consternado este vecino que recuerda que entre “estos chavales eran frecuentes las discusiones, por lo que cuando hemos oído los ruidos, lo primero que hemos pensado era que estaban teniendo una trifulca”. Nada más lejos de la realidad, ya que al abrir las ventanas lo que observaron eran unas enormes llamas que salían por la fachada principal a la altura del primer piso donde, según declaraba al pie de rescoldos uno de los bomberos que acudieron a la extinción, “estuvo el origen del fuego”.
Testigo de ello, el vídeo que grababa con su teléfono móvil Jon Muñoz, un joven residente en el número 71 – B al que despertó su hermana alertada por los gritos. “Fue algo tremendo”, explicaba Jon, quien no negó que el suceso le ha dejado impresionado. “Había visto alguna vez algún incendio de lejos en montes y así pero nunca tan cerca. Las llamas salían por el tejado y por los costados. Me ha impresionado mucho; sobre todo, por las explosiones de los cristales que llegaban hasta la carretera y por el calor que llegaba a nuestra ventana”. Un calor que segó la vida a dos de los cuatro jóvenes que esa noche pernoctaban en un local que el pasado mes de septiembre veía caducada su licencia de actividad después de más 10 años desde que bajara la persiana.
“El local estaba cerrado a cal y canto e incluso estaban tapiadas las ventanas desde hace tiempo; pero, claro, la necesidad es lo que tiene. No hay muro que lo pare”, reflexionaba otro vecino intentando explicar el porqué del agujero que los okupas hicieron en una de las ventanas para colarse en el interior del recinto en el que dos de ellos fallecieron protegiéndose de la fría pobreza.
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