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Orden

La Voz de Galicia, 22-11-2010

Hace tres años y medio, al principio de una de esas representaciones teatrales que son los mítines electorales, el actual presidente de la Xunta presentó al candidato del PP a la alcaldía de Ferrol, Juan Juncal:

- Aquí un hombre de orden. Allí, un surfista.

Con este juego de comparaciones Feijoo pretendía avalar la solidez de su protegido y censurar por la vía del hippismo al hoy alcalde de Ferrol, Vicente Irisarri. La comparación quedó más bien rancia, aunque quizás provocó el efecto buscado entre aquellos a los que la palabra orden les sugiere eficacia y honorabilidad, y el concepto surf , peterpanismo y vida disoluta al sol de California. Finalmente, esa insinuación al dolce far niente que palpitaba en la presentación de Feijoo no impidió a Irisarri ser alcalde.

Resulta sin embargo curioso el regocijo con el que la derecha utiliza el término orden . La inefable candidata del PP a la Generalitat de Cataluña volvió a desempolvarlo estos días en un intento vano de disimular qué tipo de inspiraciones le sugieren los inmigrantes. Acuciada por la indignación desatada por el vídeo en el que bombardeaban a sin papeles , la perspicaz Alicia Sánchez Camacho aclaró que lo único que busca su partido es orden.

La confesión produce todavía más inquietud que el videojuego, al proyectar una concepción de la sociedad en la que los seres humanos necesitan ser colocados en estanterías, cada uno en su sitio. Un sitio, claro, que alguien determina con anterioridad. Y aquí hay varios modelos a seguir. Podemos optar por el sistema indio de castas o por el modelo segregacionista norteamericano que, muy ordenado él, colocaba a los negros en la parte de atrás de los autobuses obligados por el turbador principio de «separados pero iguales».

No era racismo, claro, era una simple interpretación del orden social en el que cada uno tenía que estar donde le tocaba. Aunque a unos les tocara más que a otros.

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