La ultraderecha no levanta cabeza
Diario Sur, , 21-11-2010El agotamiento de la ultraderecha en España se afianza. Mientras formaciones de similar ideología logran en la mayoría de los países europeos llevar su voz a las instituciones, la docena de partidos que hay en España languidece fuera de los parlamentos y sin perspectiva de que su situación mejore. Su endeble presencia apenas si se hace notar en días como ayer, 35 aniversario de la muerte del dictador, y cuando se cumplen también 74 años de la del fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera. Esta conmemoración no suele estar exenta de violencia callejera entre la ultraderecha y los grupos antifascistas, igual de radicales y minoritarios.
Los idearios actuales de los nostálgicos del franquismo orbitan alrededor de la unidad de España, la lucha contra la inmigración, la cruzada contra los marxistas o el rechazo íntegro al aborto, entre otros planteamientos. Todos los grupos tienen una filosofía similar que, sin embargo, no propicia la unión de este espectro tan atomizado. Siete partidos de este corte concurrieron a las elecciones generales de 2008. Lograron un exiguo botín de 50.000 votos en toda España. El más votado fue Democracia Nacional, dirigida por Manuel Canduela, que intenta reproducir la estrategia del Partido Nacionalista Británico, pero que solo logró 15.180 votos.
Los motivos de esta disgregación de la extrema derecha hay que rastrearlos en las raíces históricas de cada partido, en sus programas o, simplemente, en la acumulación de egos de sus dirigentes, que actúan como guardianes de sus reinos de taifa. Un distanciamiento que incluso se manifestó ayer en la señalada efeméride del 20 – N.
Ricardo Sáenz de Ynestrillas, presidente de la Asociación Comandante Ynestrillas y vicepresidente de Auxilio Azul, definió en su ‘blog’ el homenaje que rinde la Confederación de ex Combatientes a Franco y Primo de Rivera de «meapilón y derechista». Además, criticó a «todo ese gentío esperpéntico que cada 20 – N se disfraza, materialmente, de soldadito de plomo pastelero y se harta de levantar el brazo y el cubata y cantar, cual borrachera asturiana, cientos de ‘caralsoles’ en un par de horas». El ex secretario general de Acción Política de La Falange añade que los participantes en este aniversario «son los mismos que cada año votan y apoyan al PP más impopular del mundo, con toda la parafernalia de cruces, banderas, misas y desfiles improvisados de ‘facha 20 – N’, gafas ‘Ray – ban’ y guantes de cuero incorporados». Propone una concentración «con un carácter todo lo ascético y sobrio posible, con discurso político y reivindicación revolucionaria».
En el PP huyen de esta etiqueta como del agua hirviendo. Un diputado popular negó a este periódico esa proximidad entre su partido y la extrema derecha, y aseguró que su formación «no aglutina el voto de la ultraderecha porque es un voto xenófobo y despreciable para cualquier partido democrático». Este dirigente popular, cercano a Mariano Rajoy, fue más allá y aseveró que la propia sociedad española «ni alberga ni tolera» a este tipo de formaciones. Reconoció, no obstante, que en el PP, con una plataforma con diez millones de votantes, cohabitan «perfiles muy diferentes».
Intereses cruzados
Los socialistas, por el contrario, ven un filón en vincular a los populares a reminiscencias ultraderechistas, como se ha visto esta misma semana. El vicesecretario general del PSOE, José Blanco, por ejemplo, tachó al PP de «alumno aventajado» del ultraderechista francés Jean Marie Le Pen y de la italiana Liga Norte de Umberto Bossi por «amparar la cacería – por ahora virtual – de inmigrantes», en alusión al vídeo presentado y retirado por las Nuevas Generaciones de Cataluña. Desde una perspectiva más sociológica, fuentes socialistas ponen el acento en que todas las encuestas del CIS realizadas tras unos comicios generales desde 1993 destacan que más del 86% de los ultraderechistas confesos aseguran que votaron al PP. El Ministerio del Interior tiene contabilizados más de una veintena de estos grupos. Pero ¿por qué no logran conectar con los ciudadanos? Los partidos con presencia parlamentaria ponen el acento en que la democracia asfixia a estas minorías radicales. La cuestión se ve distinta entre los interesados. Canduela, de Democracia Nacional, y Rafael López Diéguez, secretario general de Alternativa Española, coincidieron en culpar a sus «dificultades» para divulgar su mensaje en los medios de comunicación.
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