La campaña citrícola eleva a 150 los inmigrantes del viejo cuartel de Bonrepòs
Las Provincias, , 10-11-2010La campaña de recogida de la naranja ha incrementado el número de inmigrantes que malviven en las antiguas instalaciones del cuartel militar de Bonrepòs i Mirambell. En las últimas semanas están llegando más personas a este antiguo recinto militar, lo que ha obligado a reforzar los trabajos de atención social, asesoramiento y procesos de realojamiento.
La cifra «rebasó el centenar pero ahora se calcula que habrá 150 personas», afirma el alcalde Jesús Raga. El Ayuntamiento ya está estudiando «con la Conselleria varias líneas de actuación y también se está trabajando, desde hace meses, con casos específicos de inmigrantes para realojarlos y llegar a una solución».
El siguiente paso será el cambio de uso de suelo en el que se asienta la instalación abandonada, de cerca de 70.000 metros cuadrados, condición indispensable para poder intervenir en la zona y transformarla en un futuro. Esta era la principal reivindicación de los propietarios de las parcelas afectadas. «A finales de este año queremos llevar a pleno la modificación de suelo urbano militar a terciario y residencial y, en ese sentido, estamos abiertos a todas las propuestas que nos lleguen. Después, la modificación tendrá que ser aprobada por la Conselleria», destaca Raga.
La situación de insalubridad que presenta el antiguo cuartel, abandonado desde hace más de doce años, ha sido el caldo de cultivo perfecto para el progresivo asentamiento de personas sin recursos, especialmente tras la demolición de la antigua fábrica de Óscar Mayer en Tavernes.
El Consistorio ha descartado que la parcela «tenga un uso industrial. Hemos optado por el uso terciario porque pensamos que este sector necesitaba servicios. Se podrá construir un hotel, un concesionario de coches, oficinas o hasta un centro comercial pero, hasta el momento, no hay nada decidido», asegura el primer edil.
Varias asociaciones sin ánimo de lucro acuden semanalmente al recinto para atender a estas personas mediante la atención de mediadores y psicólogos. «El trabajo con este colectivo es delicado y requiere tiempo, comprensión y paciencia», explican.
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