Me ha parecido de gran interés la información del Departamento de Sanidad sobre la esperanza de vida por barrios de la CAPV. La esperanza de vida es un fiel reflejo de los hábitos, riesgos laborales, atención sociosanitaria, además de la herencia genética de una persona. Cada barrio tiene sus peculiaridades socioeconómicas y sus habitantes pueden beneficiarse o salir perjudicados. Esta información puede ser muy útil para una adecuada dotación y gestión de los recursos sociosanitarios, y debería actualizarse periódicamente para poder comprobar su evolución.

No obstante, debemos ser cautelosos en su interpretación por la dificultad de eludir algunos sesgos o resultados no representativos de la población analizada, cuando la unidad de estudio es el barrio. El primero se debe al asentamiento desigual de la población inmigrante originaria de países con esperanza de vida sensiblemente menor al nuestro. El cambio de país no es suficiente para alcanzar la esperanza de vida de la ciudad donde el inmigrante ha logrado cierta estabilidad. El segundo sesgo tiene un sentido contrario, ahora alargando la esperanza de vida. Las residencias de la tercera edad acogen, en general, a personas con edad muy avanzada que están alcanzado una limitación en su autonomía personal. Con frecuencia los residentes se domicilian en el centro asistencial para mejorar su accesibilidad a los servicios sanitarios, prescripciones, etcétera. La irregular distribución de las residencias entre barrios puede determinar una distorsión de los resultados.

En definitiva, considerando las dificultades metodológicas que entrañan los estudios descriptivos de mortalidad en poblaciones relativamente pequeñas como los barrios, la progresiva eliminación de los sesgos potenciales aportará información de inestimable valor para la gestión sociosanitaria.

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