Dejar de matarlas
La Verdad, , 29-10-2010Por una vez el final del artículo comienza en la primera línea: lo único admisible en la violencia doméstica y de género es que los hombres dejen de matar a las mujeres. Existe la tendencia a creer que el recuento minucioso e impúdico de los dramas de pareja puede servir de pauta y excusa para culminar un nuevo crimen miserable. Pero no siempre la ocultación de la realidad o su alejamiento de los titulares y los gritos termina con el problema. Hace muchos años la prensa en España no podía informar sobre los suicidios por muy singulares que éstos fueran. Pasado el sarampión de los primeros años del postfranquismo, el recurso a la información sobre suicidios más parecía maniobra de la prensa amarilla que exigencia de la opinión pública. Además, se acusaba su incremento al ‘efecto llamada’ de los periódicos. Pues bien, según los últimos datos conocidos, en 2008 se produjeron en España 3.457 suicidios (nueve diarios), una cifra que por primera vez supera a los fallecidos en accidente de tráfico (3.021). De ese total, el 77,4% fueron hombres. Según la OMS, el suicidio es la primera causa de muerte violenta en el mundo y supera la suma de las víctimas mortales de todas las guerras y los homicidios que se producen en el planeta. Y apenas se habla de ello.
No son los medios informativos los culpables de la repetición inmisericorde de la tragedia. Tienen que existir otros factores determinantes de la cobardía de la agresión, pese a que algunas variables se muestran incomprensibles. Hace unas semanas, con motivo del último ‘puente’ festivo, la muerte duplicó sus servicios en la carretera respecto al año pasado y quebró la tendencia, sin causa aparente, de la importante disminución de fallecidos por accidentes de tráfico registrada en nuestro país. También, pese a que 90.000 mujeres están siendo protegidas de sus parejas o ex parejas, la violencia machista se acaba de cobrar su víctima 58, más que en todo el año pasado.
La crisis económica, la convivencia forzosa, la inmigración o una educación defectuosa no explican por sí solas semejante estado de barbarie en el que se repiten siempre los mismos pasos: malos tratos reiterados, silencio cómplice del entorno, perdón de la víctima y, finalmente, ensañamiento por parte del agresor. Las rupturas matrimoniales prosiguieron en 2009 su tendencia a la baja, iniciada en 2007 con el comienzo de la crisis económica, con una caída del 10,9%. Que la convivencia forzosa pueda llevar a disputas mortales es algo que tendrán que explicar los sociólogos. Tampoco el recurso a la inmigración y a la disparidad cultural del país de acogida respecto a los países de origen puede dar las claves de la violencia machista, puesto que siguen siendo mayoría las víctimas y los agresores españoles.
El III Informe Internacional Violencia contra la mujer en relaciones de pareja presentado en mayo pasado y referido al periodo 2000 – 2006 situaba la media de los países estudiados en cinco víctimas por cada millón de habitantes, escala en la que España ocupaba el lugar 24 de la lista de 35 países con 2,8 mujeres por millón asesinadas por sus parejas, por detrás de Austria (9,4), Finlandia (9,35), República Checa, Croacia, Hungría, Francia, Luxemburgo, Reino Unido, Noruega, Italia y Eslovenia, por citar sólo los países europeos del estudio. Con ser una noticia relativamente buena, un elemento negativo destacaba sobre cifras tan apaciguadoras: en el periodo citado se registró un incremento del 15,16% en el número de mujeres asesinadas por sus parejas y según los autores del estudio, la tendencia sigue al alza. Y otro todavía peor: el apreciable rejuvenecimiento en la edad de agresores y víctimas, que pondría en cuestión la educación sobre igualdad en el ámbito familiar y su eficacia en los centros educativos. Elementos para la reflexión.
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