La CDU quiere deportar a los que no se integren

El partido de Merkel persigue redefinir la política de inmigración alemana

El Mundo, , 26-10-2010

ROSALÍA SÁNCHEZ / Berlín
Especial para EL MUNDO
El partido de Angela Merkel amenaza
con deportaciones a los inmigrantes
que no se integren, entendiendo
por integración la adquisición
de conocimientos básicos
como la lengua y el respeto a la
Constitución y las leyes. «Para
aquel que se sustraiga de sus obligaciones
debe haber sanciones con
consecuencias en su permiso de
trabajo o residencia, sanciones
permanentes», sintetizó ayer Hermann
Gröheel, secretario general
de la Unión Cristiano Demócrata
(CDU), cuando presentaba en Berlín
los documentos que serán debatidos
en el congreso del partido
a mediados de noviembre.
Los parámetros objetivos por los
que se mide actualmente en Alemania
el grado de integración de
un inmigrante son los dos exámenes
–de lengua alemana y de Constitución
e Historia– que a pesar de
ser obligatorios se venían observando
hasta ahora con manga ancha
y se planteaban más bien como
una oferta al inmigrante para recibir
conocimientos que le podían ser
muy útiles. La CDU plantea una redefinición
total de esta política en
la que, para empezar, acabe tanto
con la indulgencia como «con una
malentendida tolerancia».
La directiva del partido, además,
aprobó ayer un documento en el
que fija los mínimos de la «cultura
de referencia en Alemania», el conjunto
de conocimientos y valores
imprescindibles para la cohesión
social y exigibles a los inmigrantes.
La CDU se muestra también decidida
a restringir más el derecho
de inmigración, dando prioridad a
trabajadores cualificados. Sus socios,
los socialcristianos de la CSU,
van todavía más allá y han advertido
que «la escasez prevista de trabajadores
cualificados tampoco
puede ser una licencia para la inmigración
no controlada».
Podría parecer que se trata de
una radicalización del discurso de
la derecha, pero estos nuevos planteamientos
son compartidos por la
oposición socialdemócrata, cuyo líder,
Siegmar Gabriel, dijo ayer que
«dar trabajo a los parados alemanes
debe prevalecer sobre la contratación
de trabajadores internacionales
», en unas declaraciones
impensables hace sólo unos meses
en la Alemania multicultural y en
la que proponía un nuevo pacto de
Estado sobre inmigración.
«Es imprescindible mejorar la
formación de los jóvenes alemanes
antes de promover la llegada de
más inmigrantes», pedía Gabriel,
argumentando que solamente un
tercio de las empresas alemanas siguen
ofreciendo cursos de capacitación.
Para el SPD, sólo es admisible
debatir cómo mejorar el aprovechamiento
de los inmigrantes
que ya están en Alemania.
Este giro radical en política de
inmigración se da en un contexto
ajeno a la crisis. Alemania espera
terminar el año con 2,9 millones de
parados, una tasa de sólo el 7%.
Un total de 16 millones de habitantes
son de procedencia inmigrante
y, según los institutos económicos,
se requiere de unos 400.000 más,
fundamentalmente ingenieros e informáticos,
para optimizar las capacidades
de su PIB, pero los problemas
de integración son evidentes
y la economía comienza a
sentir como una piedra en el zapato
el hecho de que el 40% de los jóvenes
de familias inmigrantes no
cuenta con formación profesional.

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