ALAINMINC Ensayista y pensador francés

«Los gitanos expulsados de Francia son un asunto rumano»

El Mundo, , 19-10-2010

FÁTIMA RUIZ / Madrid
La ultraderecha florece, los Estados
se reservan el derecho de admisión
de los pobres, el terruño
prima sobre los intereses comunes
y los coros nacionales apagan
a veces el solo de Bruselas. Y sin
embargo «Europa es un orgullo»
para sus ciudadanos.
Lo dice un optimista en tiempos
de crisis, el ensayista y pensador
francés Alain Minc (1945), invitado
a Madrid por el think-tank
FRIDE. «Cuando se mira el lugar
del mundo en el que hay mayor libertad,
mayor democracia y mayor
equilibrio económico entre
protección y competencia lo que
aparece es Europa», afirma de
manera rotunda. «Hay que ser
consciente de que en el mundo en
que vivimos este continente es un
paraíso».
Pregunta.– ¿Un paraíso que expulsa
a sus propios ciudadanos,
como ha ocurrido en Francia con
los gitanos rumanos?
Respuesta.– No se ha expulsado
a ningún ciudadano fuera de
Europa; se ha enviado a los gitanos
a un país europeo que se llama
Rumanía y que ha recibido
17.000 millones de euros de ayuda
para ocuparse de ellos. Quizá
el Gobierno francés haya llevado
a cabo las expulsiones de manera
muy política, pero no hay que olvidar
que Sarkozy trata de bloquear
a la extrema derecha como
Miterrand hizo con los comunistas.
Pero en el fondo el problema
es rumano.
P.– Y siendo un problema rumano
¿no es un problema europeo?
R.– Ese es el argumento rumano,
pero no es cierto. El problema
de Andalucía es español aunque
España se haya beneficiado de
ayuda europea para desarrollar
esa provincia. Es inaceptable que
Rumanía diga que la cuestión de
los gitanos no es asunto suyo, sino
de Europa.
P.–¿Las expulsiones no limitan
uno de los pilares sobre los que se
construyó la Unión, el derecho a
circular libremente?
R.– Sólo los gitanos que no tienen
trabajo son expulsados de
Francia. La libre circulación es
uno de los grandes éxitos de Europa,
pero es ante todo una circulación
para buscar trabajo. A un
gitano que trabaja en Francia no
se le echa. La ley dice que un ciudadano
europeo que pasa tres meses
en otro país sin empleo puede
ser expulsado. Es verdad que hay
un problema particular con los gitanos
porque su identidad es la
circulación por la circulación. Hay
que respetarla, pero también entender
que no son apátridas, que
tienen un pasaporte rumano. Creo
que hay que decir las cosas así.
Porque para empezar nadie tendría
este problema si Rumanía y
Bulgaria no hubieran entrado en
la Unión.
P.– ¿Qué solución hay entonces?
R.– La Unión debe tratar con
Bucarest cómo ayudar al desarrollo
de su población gitana. Le aseguro
que el Gobierno rumano se
comporta de manera más dura
con ellos que el francés. Y por supuesto
la UE tiene que supervisar
ese sistema de ayuda para obligar
a Rumanía a ejecutarlo. Se ha pagado
mucho dinero y si no está
dispuesta a hacerlo habrá que
obligarla.
P.– Usted cree que el modelo europeo
es mejor que el norteamericano.
¿No lo amenaza el creciente
auge de la extrema derecha, que
también ha avanzado en Suecia?
R.– La crisis económica fabrica
siempre populismos. Lo que me
tranquiliza es que la extrema derecha
sólo haya entrado en el Parlamento
sueco con el 5% de votos.
Creo que tras una crisis así de violenta
el populismo ha sido al final
menos fuerte de lo que podía temerse.
No se trata del fin del modelo
sueco.
P.– Parece que se trata de una
tendencia en todo el continente.
R.–Los gérmenes de esta situación
están claros: el temor de las
clases populares a la mundialización,
la inmigración y los efectos
de la crisis. Pero muchos de esos
partidos son de derecha extrema
y no fascistas. Si se mira bien,
probablemente el más extremista
no sea el Frente Nacional francés
sino la Liga Norte italiana. En
cualquier caso no se trata del resurgimiento
de Mussolini ni de
una vuelta a los años 30. El futuro
no es del fascismo, ni del franquismo
o el salazarismo.
P.– Europa parece estar perdiendo
peso internacional. ¿Por qué?
R.–Es algo normal. No es que
nuestro peso baje, es que el de los
otros aumenta. Mejor. Incluso si
quedamos algo provincializados
por su tamaño, en Europa vivimos
mejor que en ningún otro sitio del
mundo. Los europeos deberían estar
orgullosos y luchar por proteger
ese modelo. No hay que decir
que todo va bien, pero asegurar
que todo va mal es idiota.

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