LA mentecatez, y existe el palabro, del ser humano no tiene límites. Esa gran líder europea que nos vendieron y que se quedó en señora de su cortijo, cuando no en azote oficial de sus vecinos que se lo pregunten a Grecia superando en mala baba al petit Nicolas (Sarkozy) que ya es decir, que es Angela Merkel se está soltando en ese discurso ultra tan de moda. “El enfoque multicultural ha fracasado por completo”, sostiene, no en plan autocrítico y conciliador, sino dejando claro que esas hordas de inmigrantes son unos facinerosos inadaptados. ¡Viva la deportación en masa! Pero asumamos que, efectivamente, la multiculturalidad o la integración ha fracasado. Igual va a ser que nadie ha hecho lo que tenía que hacer. Vamos, que el opulento primer mundo se ha dedicado en tiempos de vacas gordas a acoger mano de obra barata para empleos que ningún aborigen quería, incluso en situaciones de ilegalidad nada singulares, sin importarnos demasiado su acceso a la educación, por ejemplo. Y ahora, vacas flacas, que se pudran en el infierno. Es como esa fantástica teoría sobre la saturación de inmigrantes en algunos barrios; de lo que nadie habla es de que sin ellos esos barrios estarían hoy en desaparición, porque nuestros gobernantes y la burbuja inmobiliaria ya se han encargado de que los jóvenes se vayan a vivir al extrarradio. Echen un vistazo a ver quién abre pequeños comercios hoy en día. Generalizar, habitualmente, es una estupidez. Ni todos los inmigrantes son delincuentes, ni ser un vtv garantiza bondad máxima. A ver si todos, unos y otros, dejamos de mirarnos el ombligo.