Dentro de la madriguera del islamismo radical europeo
EL MUNDO entra en la mezquita de Hamburgo donde rezaba Mohamed Atta y a la que siguen vinculando con el terrorismo
El Mundo, , 11-10-2010A diez minutos de la estación central
de Hamburgo, es fácil encontrar
la mezquita que en 2008 cambió el
nombre de Al Quds (Jerusalén) por
Taiba y en la que los terroristas del
11-S rezaban por el éxito de los
atentados contra las Torres Gemelas
y el Pentágono.
Cualquier viandante sabe indicar
el camino hasta el templo al que los
servicios de Inteligencia alemanes
calculan que siguen vinculados hoy
unos 45 yihadistas, además
de los cuatro alemanes
muertos en el noroeste de
Pakistán la semana pasada.
Sus puertas permanecen
cerradas desde agosto,
cuando el Ministerio del Interior
registró un aumento
de actividad y albergó sospechas
fundadas de que
ése era el foco de la acción.
Poco puede esperar una
mujer que intente entablar
conversación en el entorno
de la mezquita, pero a un
colaborador masculino y de rasgos
étnicos apropiados le basta con comprar
unas manzanas en el puesto de
fruta de esa misma calle para enterarse
de que alguien en el vecindario
guarda una llave de acceso. Amodo
de sacristán de pueblo de Castilla,
aparece el paisano de la llave, que
acude a pedir permiso a la Asociación
Cultural Árabe-Alemana de
Kreuzweg, donde un hombre con
turbante lamenta en alemán culto
que el muecín cante más triste porque
no hay rezos en la mezquita y
da el visto bueno a lo de la llave en
paquistaní, además de adjudicar a la
visita un supuesto guía que hace
más preguntas de las que responde.
A través de un patio, el acceso parcial
a lamezquita permite comprobar
que sigue allí, precintada, la moqueta
verde sobre la que se arrodillaba
Mohammed Atta. «Aquí oraban
cada viernes unas 250 personas», dice
el guía. Está situada en un piso
vacío de un edificio de oficinas, en el
que el eco retumba, amenazante.
En esa misma sala predicaba el
imánMamoun Darkazanli, reclamado
por la justicia española por el 11-
M y cuya extradición denegó en
2005 el Tribunal Constitucional alemán.
Empresario de origen sirio,
hoy vive en libertad en Hamburgo,
dedicado a la exportación. Se rumorea
que goza de protección policial.
La insistencia de las preguntas sobre
Darkazanli enrarece el ambiente.
En el exterior, una ventana vecina
expone una portada de Bild Zeitung
con el titular ¿Cuánto islam soporta
Alemania?. «Compran en sus comercios,
comen en sus restaurantes,
no se relacionan con nadie», se queja
un dependiente del barrio. «Habrán
cerrado la mezquita, pero todos
siguen aquí», dice el dueño de
una imprenta. «Creen que todos somos
terroristas», reprocha una cajera
con velo y evidente hostilidad.
Quizá no sea el momento adecuado,
de todas formas, horas después
de que la selección alemana de fútbol
haya metido un 3-0 a la turca en
el partido en el queMesutÖzil elegía
jugar con la camiseta de
Alemania. El amistoso lo
jugaban, en la Cancillería,
Merkel y Erdogan, en plena
polémica levantada por
el economista Sarrazin,
que critica los daños económicos,
sociales y culturales
que a su juicio ocasiona la
inmigración musulmana en
Alemania.
El lema de Merkel es:
«Integración sí, asimilación
no». Erdogan asentía, pero
dejó claro que,más que la
integración de los dos millones de
turcos que viven en Alemania, lo
que le interesa es la integración de
Turquía en la UE.
La organización alemana de comunidades
islámicas se distancia
abiertamente de esta mezquita salafista
a la que, cuando hay amenaza
de atentado, siguen mirando todos
los servicios secretos europeos.
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