La homicida de Alberic degolló a su novio y quemó pruebas del crimen

Las Provincias, J. A. MARRAHÍ | VALENCIA., 11-10-2010

¿Por qué Dana acabó con la vida de su pareja? Ninguno de sus compatriotas rumanos que habitan en la casa de Alberic donde se produjo el crimen se lo explica. Sólo Stoian Florina, amiga de la homicida y su víctima, se aventura: «Ella bebió mucho. La policía encontró dos botellas vacías de coñac. Además, él era bastante celoso. Quizá eso tuviera que ver». El pasado de la sospechosa estaba marcado por un drama : su hermana murió asesinada por un hombre en Alemania.

La pareja se conoció hace dos años en Rumanía. Habían trabajado en el campo por varios puntos de España hasta establecerse en Alberic hace pocos meses. No había ninguna denuncia previa por malos tratos, pero sí peleas.

Según fuentes próximas al caso, el crimen ocurrió sobre las 22 horas del viernes. Poco antes, Roi Francisc, de 34 años, y su pareja Dana, de 42, se metieron en su cuarto a escuchar música. En la intimidad de una habitación repleta de ropa y hasta hortalizas, hubo una discusión regada con alcohol. «Ella bebía muchísimo, el doble que él», aseguraron los inmigrantes que habitan alquilados en la casa.

Muchos estaban en la vivienda en ese momento, pero nadie escuchó nada que les llevara a pensar en un asesinato. Simplemente «cesó la música y luego todo se quedó en silencio. Pensábamos que se habrían quedado dormidos. Aquí cada uno hace vida en su habitación y eso se respeta», explicaron.

Al cabo de media hora, Dana salió de la habitación con un par de bolsas de basura. Nadie sospechó que en el interior llevaba las pruebas de un crimen que iba a descubirse horas después. Entre esos enseres estaban, al parecer, las botellas con las que golpeó en la cabeza a Roi y causó un corte en su cuello. Mientras se desplazaba, el hombre yacía, posiblemente muerto o gravemente herido, en la desastrada habitación. Pero ninguno de los inquilinos entró en el cuarto.

Dana recorrió unos 100 metros y «trasladó las bolsas a un campo para quemar las pruebas», describió Stoian. Allí prendió fuego a estos objetos y regresó a casa. La maniobra para eliminar pistas fue descubierta por un testigo que, lógicamente, no sospechó entonces.

Pero todavía quedaba lo más difícil: el cadáver de Roi. Dana dejó pasar las horas, posiblemente con la intención de que sus compañeros de piso se fueran a dormir. Entre las 22.30 horas y las 3 de la madrugada del sábado, la casa de Alberic volvió a sumirse en el silencio.

A esa hora, la mujer salió del cuartucho, esta vez «con su novio cargado a la espalda como si fuera un perro», lamentó Stoian. Dana, de unos 80 kilos y complexión fuerte, no tuvo demasiada dificultad para sacarlo. Bajó por la angosta escalera que conduce a la calle, derramó dos gotas de sangre que luego la delataron y, una vez en el exterior, arrastró el cuerpo.

Pero no logró salirse con la suya. Nicoletta, una compañera de piso, la vio y dio la voz de alarma. Mientras, Dana avanzó hasta un campo de naranjos, se adentró tres árboles y dejó tirado en la tierra el cuerpo sin vida del rumano, descalzo, ensangrentado y vestido con una camiseta y un pantalón corto.

Al regresar a su casa «se ocultó de nuevo en su cuarto; tenía las maletas hechas», relataron. Pero al poco tiempo sus colegas le pidieron explicaciones. Así lo vivió Stoian: «Al principio no quería salir. La convencimos de que, si nos llevaba a donde estaba su marido herido, no avisaríamos a la policía. Sólo entonces accedió a acompañarnos al campo. Cuando vimos al hombre muerto dije a sus compañeros: ’retenedla, que no se vaya, esto es mucho más grave». El resto fue trabajo de la Policía Local, la Guardia Civil y el juzgado de guardia.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)