El Gobierno holandés vetará el burka en pago al apoyo del ultra Wilders
Conservadores y liberales pactan con la extrema derecha restringir los ´coffee shops´
La Vanguardia, , 01-10-2010BEATRIZ NAVARRO – Bruselas. Corresponsal
El plan de ajuste de la nueva coalición incluye reducir a la mitad el número de diputados y senadores
“Un nuevo viento de cambio va a soplar en los Países Bajos”, anunció ayer Mark Rutte, el que probablemente será primer ministro de una nueva coalición de gobierno entre liberales y conservadores que precisa de la participación de un partido islamófobo.
Por mucho que sus palabras suenen a eslogan electoral, el contenido del acuerdo de gobierno revelado ayer en La Haya atestigua la vocación reformista del nuevo ejecutivo, alcanzado tras 111 días de negociaciones. Entre sus planes está prohibir el uso del burka, convertir los coffee shops en clubs sólo para holandeses y endurecer la política de inmigración. Son parte de las medidas acordados para contentar al islamófobo Partido para la Libertad (PVV, de Geert Wilders), que no entrará en el Gobierno pero le dará el apoyo parlamentario. La solución al ascenso de este partido ultra es similar a la que rige en Dinamarca pero con matices.
“¿Por qué no formamos un gobierno tripartito normal? Porque hay un punto en el que no estamos de acuerdo y es el islam”, explicó en primer lugar Rutte. Para Wilders es una ideología y para conservadores y liberales, una religión, y así lo han dejado por escrito, con la promesa de respetarse. No es un punto menor: parte del partido democristiano (CDA) se resiste a pactar con un partido que niega la libertad religiosa y este sábado celebrará un congreso extraordinario para decidir si apoya o no el pacto de gobierno.
Reformas sociales aparte, los vientos de cambio tendrán su traducción en un ambicioso plan de austeridad para ahorrar 18.000 millones de euros en cuatro años. “Todo el mundo lo va a notar”, admitió Rutte, líder del partido liberal, “pero se trata de devolver Holanda al holandés que trabaja duro”. Habrá recortes en los subsidios públicos, el gasto en defensa, cultura, medios de comunicación y ayuda al desarrollo. También se reducirá el número de funcionarios y, lo que es más novedoso, de políticos: el Parlamento pasará de 150 a 100 diputados y el Senado, de 75 a 50 miembros. Se suprimirán algunos organismos locales y los gabinetes ministeriales reducirán su personal.
Las duras medidas de ajuste que se avecinan fueron compensadas con la decisión de elevar a 130 km por hora la velocidad máxima en autopistas y aumentar la inversión en varias áreas. Por ejemplo, la seguridad, que se pretende mejorar con la contratación de 3.000 agentes (500 para velar por el bienestar animal) y una reforma de la policía. También se invertirá más en infraestructuras, se bajará los impuestos a las empresas, se pagará más al profesorado que más rinda y se reformará la ley para hacer realidad un eslogan electoral liberal para que “los vándalos” paguen los daños causados.
La nueva coalición pretende poner coto al “turismo de la droga” que mueve miles de personas en las zonas fronterizas atraídas por la venta legal de marihuana. En adelante, se limitará el acceso a los coffee shops a los holandeses en posesión de un carnet especial, un enfoque que planteaba dudas legales pero que la justicia europea se inclina por avalar.
No hay cifras en el apartado sobre inmigración pero Wilders anticipó que se reducirá a la mitad la llegada de extranjeros. Sí se habla de endurecer las exigencias de integración a los recién llegados, limitar las reunificaciones familiares y prohibir totalmente el uso del burka. Estas medidas suponen una concesión a Wilders, que aboga por prohibir el Corán y deportar a los musulmanes; su programa fue el tercero más votado en las elecciones de junio.
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