Inmigrantes emigrando

El Día, TROMPULGA Y CHICHAPIÉ JOSÉ A. INFANTE BURGOS, 22-09-2010

EN ÉPOCAS de crisis es cuando se manifiestan con mayor intensidad los egoísmos, porque los miedos hacen mella y porque el peligro de “la insuficiencia de caja” provoca que se acentúe en la percepción del ciudadano la necesidad de racionalizar recursos, ingresos o trabajos. ¡Fuera los inmigrantes!

Repuntan en Europa los enfoques xenófobos o racistas. La xenofobia es el odio y menoscabo al extranjero, con manifestaciones que van desde el rechazo más o menos manifiesto, el desprecio y las amenazas, hasta las agresiones y asesinatos. Una de las formas más comunes de xenofobia es la que se ejerce en función de la raza, esto es, el racismo. La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 21 de diciembre de 1965) define la discriminación racial o xenofobia como: “Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural?”. Artículo 1º de CERD (Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial).

En un caso parecido al de Holanda, se acaban de celebrar elecciones en Suecia, quedando en evidencia que los antiguamente paradigmas liberales y progresistas del norte de Europa se convierten en Estados claramente conservadores con entradas importantes en sus Parlamentos de tendencias ultraderechistas. La alianza de centro-derecha del primer ministro conservador, Frederik Reinfeldt, ha logrado un triunfo histórico en las elecciones legislativas suecas, que no le valió, sin embargo, para revalidar la mayoría absoluta por la entrada en el Parlamento del ultraderechista Demócratas de Suecia. El bloque gubernamental de conservadores, liberales, cristianodemócratas y centristas obtuvo el 49,2%, un punto más que en 2006, y se queda con 173 diputados (a dos de la mayoría absoluta) de los 349 del Riksdagen (Parlamento) frente al 43,6% de la coalición de izquierda y el 5,7% del ultraderechista Demócratas de Suecia, que podría ejercer de árbitro.

En Austria, en el Reino Unido, en Alemania, en Italia, en Polonia? la denominada “derechona” se asienta y avanza con sus ribetes más insolidarios en un panorama para el viejo continente que algún eurodiputado socialista español ha calificado como desalentador.

La cruzada emprendida por el Gobierno Sarkozy en Francia contra los gitanos rumanos escenifica bastante bien lo que puede ser una muestra en vivo de la tendencia galopante de guiños al tendido, que otorga licencia para lo que puede definirse al final como intolerancia.

Porque también hay clanes que una vez incrustados en sociedades avanzadas no hacen ningún esfuerzo por integrarse. Que se limitan a reproducir sus guetos de origen condenados a que, por los años de los años, en vez de aportar, se conviertan en un lastre económico cada vez mayor y que en principio no tiene nada que ver con la xenofobia o racismo de la sociedad que los acoge. Por lo tanto, igual que hay que diferenciar entre las políticas de los diversos Gobiernos o Estados, también hay que diferenciar entre unas u otras situaciones y grupos de inmigrantes.

Ese discurso en nuestras islas no ha sido nunca consecuencia de la mayor implantación de una mentalidad de derecha, sino de la incongruencia local del mismo fenómeno con su crecimiento poblacional disparado. ¿Cuándo y dónde se habían visto tantos inmigrantes? Es que hasta en Chipude o en El Amparo. Aquí, en Canarias, los argumentos esgrimidos, cuando se ha abordado la necesidad de un control de la inmigración en los cortos espacios de tiempo de final del siglo pasado y principios de este, han tenido su base fundamental en la condición insular y en lo limitado y escaso del territorio o espacio. No cabemos. Hay que tener en cuenta que hay Estados insulares basados, como nosotros, en el sector turístico que limitan el número de trabajadores no autóctonos o que incluso prohíben expresamente a los extranjeros, parcial o totalmente, comprar propiedades inmobiliarias, por ejemplo.

Se ha demostrado, pues, que es el peor sitio del mundo occidental para un inmigrante que se supone quiere trabajar y ahorrar dinero. Primero, que los sueldos son de pena y que los diferenciales son cada vez mayores, y segundo que no hay trabajo.

Es más, como sigamos así, los inmigrantes junto con los naturales tendrán que emigrar.

infburg@yahoo.es

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