DENIS MACSHAne
Nueva política en Europa
El Mundo, , 21-09-2010Los resultados de las elecciones en Suecia confirman la llegada de una nueva política en Europa. La política binaria entre una derecha democristiana y una izquierda socialdemócrata con un pequeño espacio para los clásicos partidos liberales está acabada. La mayor región democrática del mundo, los 46 estados-nación agrupados en el Consejo de Europa, está alumbrando una política centrífuga en la que la identidad reemplaza al alineamiento de clase. Ningún partido o formación política puede ganar el control del Estado y el Gobierno basándose en un programa con el apoyo mayoritario de los votantes. Incluso el Reino Unido requiere ahora una coalición para detentar la mayoría en la Cámara de los Comunes. Bélgica y Holanda aún no han formado gobierno meses después de que unas elecciones arrojaran resultados no concluyentes.
El sistema electoral de Europa basado en la filosofía tradicional decimonónica de la representación proporcional, que permite a cada partido tener una cuota de escaños, está ahora impidiendo la emergencia de cualquier liderazgo coherente en muchas naciones europeas. Cada movimiento o grupo puede crear su propio partido para mantener su pureza electoral. La política de la Gemeinschaft (comunidad) reemplaza a la de la Gesellschaft (sociedad). Una comunidad de fe que crea que los inmigrantes o el poder nuclear o la Unión Europea o los musulmanes o los judíos o los mercados económicos o EEUU son la única y principal causa de los infortunios de la nación forma un grupo político. Gobernar es elegir es el lema de la política basada en la sociedad. Rechazar, decir no, es el grito de la nueva política de identidad en Europa.
Suecia tiene ahora que vivir con un feo y nacionalista partido de identidad, los Demócratas de Suecia, con 20 miembros en el Riksdag, el Parlamento sueco. Pese al bonito nombre, los Demócratas de Suecia son un partido antiinmigración y antimusulmán que proclama soluciones autoritarias para la creciente crisis social sueca. El desempleo en Suecia es del 9% después de cuatro años de coalición de centroderecha dirigida por Fredrik Reinfeldt. Pero el alto desempleo no significa automáticamente un giro a la izquierda. La socialdemocracia sueca sufrió su mayor derrota en un siglo. Una alianza con la izquierda y los Verdes y un programa electoral en favor de subir los impuestos y el gasto público ha sido rechazado por los votantes.
Las recientes elecciones en Europa contestadas bajo sistemas electorales no mayoritarios, en su mayoría variaciones del sistema de representación proporcional, han visto el ascenso de los partidos nacionalistas, identitarios y, sobre todo, antiinmigración en los parlamentos nacionales. Algunos, como el Frente Nacional francés o el Jobbik húngaro son también antisemitas. La derecha nacionalista en Europa del Este pretende quitar importancia al Holocausto comparando los crímenes del comunismo europeo con la caza organizada, científica y políticamente dirigida de millones de judíos de toda Europa para enviarlos a los campos de exterminio industrial nazis en Polonia.
El apoyo de los votantes a la extrema derecha en Europa no puede ser minimizado como un fenómeno marginal y específico de algunos países. La mayor región democrática del mundo es hoy el lugar donde se cría la política de extrema derecha. La nueva política no puede ser puesta en cuarentena.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, ha adoptado lenguajes y acciones contra la minoría gitana que han llevado al Financial Times a compararle con Silvio Berlusconi. Incluso la coalición de Gobierno del Reino Unido, que no es racista ni extremista, ha acordado un límite salvaje a los extranjeros a los que se permitirá trabajar en el país. Pese al chillido de los trabajadores preocupados por tan crudo proteccionismo, David Cameron ha tenido que arrojar algo de carne roja antiextranjera y antiinmigrante a los votantes que el año pasado mandaron a los políticos de extrema derecha del Partido Nacional Británico al Parlamento Europeo.
La débil economía de la UE ahora tiene 23 millones de desempleados. La ombliguista UE, la clase gobernante de Bruselas y sus luchas internas no merecen ni respeto ni admiración. Las economías menguantes conducen a disputas amargas sobre quiénes consiguen el trabajo y quiénes no. Las comunidades nacionales, como los catalanes, flamencos o escoceses, rechazan estar en España, Bélgica o el Reino Unido. Los votantes que miran a la comunidad y la identidad y no a la sociedad, la clase o la nación son la nueva política de Europa. Nadie sabe dónde acabará.
Denis MacShane es diputado laborista y ex ministro para Europa del Reino Unido.
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