La ultraderecha desembarca en Suecia

Diario Sur, PJOR BORGUNSSON, 20-09-2010

La ultraderecha regresa al Parlamento de Suecia tras su paso fugaz de tres años a principios de la década de 1990 representada por la formación Nueva Democracia, que mantuvo rehén al Gobierno de centroderecha de entonces y finalmente provocó su caída antes de ahogarse en su propio odio y desaparecer del espectro político. La formación xenófoba y antiislamista Demócratas de Suecia franqueó con el 5,8% de los votos – 1,8 puntos por encima de la barrera mínima – las puertas de la Cámara y vuelve a convertirse en peligrosa bisagra del futuro Ejecutivo.

Sobre todo después de que la Alianza de centroderecha del primer ministro conservador Fredrik Reinfeldt lograra ayer un triunfo en las elecciones legislativas, pero no revalidara la mayoría absoluta. Obtendría, con el 96% del escrutinio, el 49,2 % de los votos y 173 escaños, frente al 43,6% de la izquierda que llegaría a los 156 escaños. Los colegios estuvieron abiertos hasta las ocho de la tarde para elegir a los 349 miembros del Riksdagen, el hemiciclo unicameral. La participación fue muy elevada.

El Partido Socialdemócrata se mantiene como formación política más votada, posición que ostenta en el país escandinavo desde hace un siglo por delante del Partido Moderado (conservador). Desde 1932, han gobernado durante 65 años y solo han cedido el poder en tres periodos, de 1976 a 1982, de 1991 a 1994 y desde 2006 hasta ahora. Los socialdemócratas obtuvieron el 30,8% de los sufragios frente al 29,9% de los moderados. El Partido del Medio Ambiente – que forma con los partidos Socialdemócrata y De la Izquierda – sube hasta la tercera posición de forma provisional.

Los otros tres componentes de la Alianza – el Partido Liberal (7,1%), el Partido Cristiano Demócrata (%,6%)y el Partido Centrista (6,6%) – mantienen resultados similares a los obtenidos en los anteriores comicios de 2006. El triunfo de la confederación liderada por Fredrik Reinfeldt, de 45 años, sería el primero de un jefe de Gobierno sueco en el poder, pero quedaría empañado por el hipotético papel de juez que los muestreos iniciales le atribuyen a Demócratas de Suecia.

La promesa

Durante la campaña electoral tanto la derecha como la izquierda rojiverde, encabezada por Mona Sahlin, dejaron claro que no colaborarían con la ultraderecha e invitaron expresamente a los suecos a no votar ese partido de corte xenófobo, una cuestión que ocupó buena parte de las discusiones de los últimos días. Si ambas formaciones cumple lo prometido, se abre la perspectiva de un Gobierno minoritario o, incluso, la convocatoria de una nueva cita con las urnas.

De cualquier manera, la entrada de la ultraderecha en el Parlamento sin ningún lugar a la duda trae consigo una gran dosis de inestabilidad política a pesar de que los dos grandes bloques se han mostrado dispuestos a hacer pactos puntuales entre ellos para minimizar su influencia.

Los Demócratas de Suecia, con raíces neonazis, exigen reducciones drásticas a la inmigración y han dicho que el Islam es la mayor amenaza extranjera contra el país escandinavo desde la Segunda Guerra Mundial. Olas de inmigrantes provenientes de los Balcanes, Irak e Irán han alterado la homogeneidad de la población sueca: uno de cada siete habitantes es hoy de origen extranjero. La ultraderecha sostiene que la inmigración se ha convertido en una carga económica para el sistema de bienestar social. Que lo que les ha llevado tantos años construir no se destruya por una llegada incontrolada de foráneos.

Su líder, Jimmie Aakesson, es gran artífice del éxito de este mensaje. El joven político ha conseguido despejar a la formación de sus emblemas y fraseología neonazis. Y con ello ha conseguido atraer a un sector de votantes que apenas unos meses jamás habría confiado su papeleta a esta formación tras una campaña centrada sobre todo en la economía y en la incorporación de cambios en el Estado.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)