La nueva división de Alemania

El Correo, ENRIQUE MÜLLER CORRESPONSAL, 11-09-2010

Desde hace semanas Alemania vive inmersa en una polémica que ha dividido al país en dos bandos. La razón: el libro ‘Deutschland schaff sich ab’ (Alemania se desintegra) escrito por el banquero Thilo Sarrazin y del que se han vendido 250.000 ejemplares en tan sólo siete días. Se trata de un furioso documento de 460 páginas, en el que el hasta el jueves consejero del Bundesbank arremete contra los inmigrantes de origen turco y árabe y denuncia que Alemania corre el riesgo de convertirse en una república islámica en menos de cien años.

La primera reacción de la élite financiera, política y periodística fue condenar al autor, de 65 años y militante del Partido Socialdemócrata, a la hoguera por su atrevimiento de poner en duda las medidas de integración y denunciar que la mayoría de los inmigrantes llegan al país para abusar de su generoso sistema social.

Cuando Sarrazin cometió el error de señalar que los judíos y los vascos tenían un gen único que «les diferencia de los demás», la poderosa minoría se sobresaltó y puso en marcha una operación para expulsarle del consejo del Bundesbank – el jueves presentó su dimisión – y también de las filas del SPD.

Angela Merkel calificó las observaciones de Sarrazin como «absurdas» y «absolutamente inaceptables». Para resaltar su indignación, la canciller pidió al Bundesbank que tomara cartas en el asunto para evitar un daño mayor para la institución. El presidente germano, Christian Wulff, no se quedó atrás y cometió el error de sugerir que el único camino era su expulsión del banco central.

«Ha cruzado una línea roja con la afirmación de que la inteligencia y el rendimiento de las diferentes culturas son genéticamente hereditarias», señaló Sigmar Gabriel, presidente del SPD, al justificar la decisión de iniciar un proceso para prescindir del incómodo militante. Pero los ataques, en lugar de convertir a Sarrazin en un apestado le transformaron en un héroe popular para una vasta capa de la sociedad germana. Según varias encuestas, entre un 60% y un 90% de los alemanes comparte las tesis que defiende el ex banquero.

Mala política migratoria

Lo que de verdad ha molestado es que Sarrazin haya abierto un debate sobre un problema que se ha tratado de ocultar pero que se observa en multitud de barrios multiétnicos: la manera de superar el fracaso de la política de inmigración, que durante décadas no ha apoyado ni fomentado la integración del casi el 20% de la población de origen extranjero.

Los políticos han contraatacado al asegurar que Sarrazin alimenta el sentimiento antiislámico y la hostilidad contra los inmigrantes de origen turco o árabe, lo que podría ser aprovechado por la derecha radical. Pero ningún alemán desconoce que miles de familias de esas dos comunidades viven de la ayuda social, no se integran y se apilan en guetos. «Los niños crecen creyendo que el dinero viene del Estado», declaró Heinz Buschkowsky, alcalde del distrito de Neukölln de Berlín, donde más de la mitad de sus 304.000 habitantes son turcos, árabes y yugoslavos. «Los beneficios sociales de largo plazo paralizan a la gente», añadió el regidor, quien salió en defensa de Sarrazin y calificó el intento del SPD de expulsarle como un maniobra para silenciarle.

Alemanes anónimos llenaron los buzones electrónicos del SPD y de la CDU con un mensaje categórico: Sarrazin tiene razón y aunque se equivoque en algunos aspectos, no se le puede impedir que exprese en voz alta sus puntos de vista. El clamor popular llegó hasta el ‘Bild’ que decidió poner en marcha una campaña en defensa de la libertad de expresión. «Los políticos tienen miedo a la naturaleza explosiva de sus palabras y por eso pintan malos escenarios en la pared», señalaba el periódico en su editorial ‘El pueblo no es idiota’. «La mayoría de los ciudadanos quieren que el debate continúe y se amplíe en forma libre y sin censura. Esto explica el increíble interés por el libro de Sarrazin», añadía el rotativo.

Pero al final, la presión política obtuvo su ansiada victoria. El jueves, Sarrazin arrojó la toalla. «Me pareció demasiado arriesgado enfrentarme a todo el sector político y económico. Sería presuntuoso y no daría resultados», apuntó el ya ex consejero del Bundesbank. «Es una retirada estratégica y ahora trabajaré en las cuestiones que son importantes para mí», zanjó tras hacer pública su dimisión.

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