No era el mejor día para ir a Rumanía a defender la política francesa de expulsión de gitanos. La condena del Parlamento Europeo pilló ayer en Bucarest a los ministros franceses de Inmigración, Eric Besson, y de Asuntos Europeos, Pierre Lellouche, en un viaje destinado a convencer a las autoridades rumanas de la necesidad de «integrar mejor» a la comunidad romaní en su país.

Los ministros afirmaron que las repatriaciones – más de 8.000 gitanos rumanos y búlgaros en lo que va de año – respetan la legislación europea y negaron cualquier criterio étnico en la operación. «Lo único colectivo son los vuelos», aseguró Besson, que destacó la necesidad de más coordinación con el Gobierno rumano.

Tras reunirse con los titulares de Exteriores, Teodor Baconschi, y de Asuntos Europeos, Valentin Mocanu, Besson anunció que ambos países elaborarán un «plan de acción común» y defenderán conjuntamente ante la Comisión Europea que destine más fondos a la «reinserción social» de los gitanos en sus países de origen.

Mientras las autoridades francesas y rumanas destacaban el «espíritu constructivo» del encuentro y se ponían de acuerdo en «poner fin a las polémicas estériles», la Eurocámara relanzaba la controversia censurando las expulsiones. La política de repatriaciones forma parte del endurecimiento del discurso sobre la seguridad lanzado este verano por el presidente Sarkozy.