Una persona realiza un ejercicio de alfabetización en un centro de educación de adultos. :: LV

Tres de cada cien parados de la Región de Murcia no cuenta con una instrucción básica, lo que supone el triple de la media nacional (1,1%), según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) referidas al segundo trimestre del 2010. La Región cuenta con una bolsa de analfabetos en paro próxima al 3,7%, debido en parte a los trabajadores inmigrantes. Exactamente 5.700 desempleados no saben leer ni escribir correctamente: 4.300 varones y 1.400 mujeres. «Es una cifra para tener en cuenta», afirma Julia Arcas, psicóloga y pedagoga. «Aunque el porcentaje no es alto, lo cierto es que los datos tampoco son demasiado buenos. No deja de ser un problema», añade Ginés Martínez, director del Servicio Regional de Empleo (SEF). Así pues, Murcia se encuentra a la cabeza en cuanto al porcentaje de parados analfabetos, por encima de Andalucía (2%), Canarias (1%), Castilla – La Mancha (1,2%) y Comunidad Valenciana (1,4%). En el lado opuesto se encuentran Castilla y León, La Rioja, Navarra, Galicia y Asturias que no registran estas tasas de analfabetismo.

A nivel nacional y en comparación con el número total de desempleados existentes en cada comunidad autónoma, Murcia ocupa el tercer lugar con mayor incidencia de desempleados sin estudios básicos, sólo superada por comunidades como Andalucía y Valencia.

La mayoría de los expertos apunta a la inmigración como factor clave de la subida. «Algunos inmigrantes no controlan el castellano al hablarlo ni al escribirlo», destaca Ana Belén Fernández, profesora del departamento de sociología de la Universidad de Murcia. «Es debido en parte a una mayor afluencia de personas procedentes de otros países que acuden a nuestra Región en busca de oportunidades laborales», afirma Martínez. Sin embargo, «existe un problema añadido; al no existir en muchos casos un convenio de regulación de estudios. Las titulaciones que posiblemente los inmigrantes hayan obtenido en su país, no son reconocidas en España, por lo que quedan engrosados en las listas de analfabetos sin llegar a serlo», incide el director del SEF.

Dificultades de enseñanza

Normalmente el analfabetismo se da en aquellas personas que han vivido una época donde la educación era diferente, o que han tenido que trabajar a temprana edad y ocuparse de su familia, otros proceden de una cultura diferente. ¿Dónde buscar a los responsables? «Se trata de un problema de la sociedad que probablemente no ha sido identificado oportunamente y que no cesa de ganar terreno. Las personas afectadas tienen historias impactantes. A menudo fueron enviadas de una escuela a otra. Una mayoría de ellos son personas que en el colegio pasaron con tropiezos o que progresivamente olvidaron todo lo aprendido en las aulas», argumenta Arcas.

De manera global, los jóvenes están en mejor situación que las generaciones precedentes, están mejor educados y tienen un conocimiento del mundo que les rodea sin precedentes. Sin embargo, del total de jóvenes parados de 16 a 34 años que presenta la Región (49%) en este segundo trimestre de 2010, casi un 3% son analfabetos, según datos facilitados por el INE. «Las condiciones de la Región, la agricultura murciana y el sector de la construcción ha hecho posible que jóvenes a temprana edad pudieran trabajar. Un trabajo fácil para éstos adolescentes sin ganas de estudiar», argumenta Arcas, experta en educación infantil y juvenil.

Antiguamente, uno era considerado analfabeto cuando no sabía leer ni escribir, pero en el siglo XXI, cuando la escolarización es obligatoria, se considera analfabeto a cualquier persona que no tiene comprensión lectora. «Debemos preocuparnos más por darles las oportunidades que necesitan, porque ellos son de hecho los artífices de sus sociedades», afirma Arcas. Las personas concernidas son víctimas de un sentimiento de vergüenza y tienden a disimular el problema.

¿Cómo se puede romper ese tabú psicológico? «Abordando el problema de manera directa. Deberíamos funcionar con orientadores en primaria y de esta forma disminuiríamos el fracaso en secundaria. No debemos esperarnos a que el problema incida en los jóvenes de forma tardía. Cuanto más mayores son, más dificultades presentan para asumir un fracaso estudiantil», declara Arcas.