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Infame cruzada contra los gitanos

La Voz de Galicia, Enrique Clemente, 01-09-2010

Jean – Marie Le Pen no solo logró espectaculares resultados electorales. No hay que olvidar que en el 2002 derrotó a un peso pesado del socialismo francés como Jospin en primera vuelta, logrando el apoyo de 4,8 millones de franceses, y disputó la presidencia a Chirac. Y que en las regionales de este año su Frente Nacional superó el 9%, ahora con su hija Marine al mando.

Pero lo peor no es, con ser malo, que le votaran hace ocho años un 17%, sino el legado que ha dejado. Hay sesudos estudios que muestran cómo los partidos franceses, no solo los de derecha, han ido asumiendo partes del ideario lepeniano. En especial, su mantra sobre la mano dura, sobre todo con los chivos expiatorios de nuestro tiempo, los inmigrantes.

Nicolas Sarkozy, otrora gran esperanza blanca del centroderecha europeo, ejemplo que se nos ponía una y otra vez de gobernante eficiente y capaz, hiperpresidente siempre en ofensiva permanente y de ego sobredimensionado, ahora, en sus horas más bajas, se ha convertido en epígono de Le Pen con tal de recuperar el fervor perdido. El que prometiera limpiar los barrios marginales de «gentuza» se siente respaldado por la opinión pública, convenientemente lepenizada durante años, en su infame cruzada para expulsar a los gitanos rumanos y búlgaros.

Desde luego no se trata de una especie de Holocausto, como ha dicho el Vaticano, banalizando de forma desgraciada el asesinato de seis millones de judíos. Pero Sarko no ha hecho caso ni del Papa, ni de la ONU, ni de la Comisión Europea, ni del Consejo de Europa, ni de la oposición, ni de las voces críticas de su propio Gobierno, ni de la avalancha de críticas y denuncias de las asociaciones de derechos humanos. De nadie. Todo por el voto.

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