C. ONIANS / Aubervilliers (Francia)

«Vivimos con el temor constante de que la policía nos detenga»

El Mundo, , 20-08-2010

France Presse / EL MUNDO

«Me quedaré en Francia hasta que me muera, no tiene sentido volver». A los 28 años, Ianco Petro está a punto de lograr su integración en Francia, pero observa con preocupación la amenaza de deportación que pesa sobre su familia, al igual que sobre miles de gitanos.

Llegados principalmente de Rumanía y de Bulgaria, los gitanos se han convertido en el blanco de la nueva ofensiva planteada en pleno corazón del verano por Nicolas Sarkozy. Las autoridades francesas están cumpliendo a rajatabla las órdenes del presidente francés de desmantelar los campamentos ilegales. Un primer grupo de 93 deportados abandonó ayer Francia.

Ianco Petro, que salió de Rumanía para buscar un futuro mejor en Europa Occidental, no está en esta situación. Él vive en un campamento formado por viviendas prefabricadas en Aubervilliers, a las afueras de París.

En cinco años, consiguió aprender francés, y sus hijos de nueve y 11 van a la escuela. La familia ha dejado la pequeña caravana que usaba como techo, y espera muy pronto poder mudarse a un apartamento. Chatarrero como muchos otros gitanos a su llegada a Francia, hoy se dedica a instalar ventanas.

Este rumano instalado en uno de los campamentos de integración, impulsados por el Ayuntamiento de Aubervilliers, se puede considerar un auténtico privilegiado entre los 15.000 gitanos que viven en Francia.

Dificultades de integración

«Mis padres viven en un campamento cerca de aquí, pero podrían ser deportados en cualquier momento. Están tristes, pero no pueden hacer nada. No hablan francés y, así, resulta muy difícil encontrar trabajo en Francia en este momento», señala Petro.

En la cercana ciudad de Montreuil, ya se ha desmantelado un campamento ilegal de gitanos, al igual que en otra zona al sur de París, y ayer por la mañana cerca de Grenoble. En tres semanas, cincuenta campamentos han sido desmantelados por la policía.

Neda Alin, de 33 años, es uno de los gitanos que acaba de ser expulsado del campamento en el que vivía con su familia, bajo un puente de una autopista en la región parisina. Refugiado en un gimnasio de Choisy-le-Roi, al sur de París, afirma que está «estresado». «Vivimos con el temor constante de que la policía nos detenga y nos suba a un avión», confiesa.

Las casas prefabricadas impulsadas por el Ayuntamiento de Aubervilliers son un ejemplo de que la integración, si se busca, es posible. Trece familias viven en este campamento y pagan por su residencia en función de sus medios, Este proyecto cuesta alrededor de 300.000 euros al año.

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