Carlos Blázquez. presidente de Asaja Málaga: «Ya hay empleados de la construcción en lista de espera para trabajar en el campo»
Diario Sur, , 15-08-2010En la provincia existen unas 40.000 explotaciones agrícolas y ganaderas. Pero la mayoría de ellas subsisten a duras penas. El campo malagueño está pasando uno de los momentos más difíciles de su historia. A la falta de relevo generacional – la media de edad de los agricultores está entre los 55 y los 60 años – se suma la falta de rentabilidad de los cultivos. Una crisis endémica reforzada ahora por el mal escenario económico global. Carlos Blázquez, presidente provincial de la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (Asaja), repasa las claves que podrían definir el futuro del sector y denuncia los robos en los terrenos y la diferencia de precios entre lo que cobra el productor y lo que paga el consumidor.
- ¿Cómo van las cosechas de este año tras las lluvias de los primeros meses?
- Si el agua hubiese caído de forma discontinua, se habría aprovechado mejor. Hasta que empezó a llover a principios de noviembre, el tiempo era tremendamente seco, muy caluroso. El ‘fantasma’ de la sequía rondaba de nuevo la provincia. Luego empezaron las precipitaciones, que han beneficiado sobre todo a los pastos para alimentar al ganado. El problema es que no paró de llover y han faltado días de sol por lo que muchas plantaciones no se han recuperado o no han crecido a la velocidad que podrían haberlo hecho. Calculamos que los daños a la agricultura malagueña por las lluvias han superado los 50 millones de euros.
- ¿Cuáles han sido los productos más perjudicados?
- El más afectado ha sido el olivar, porque estábamos en plena campaña de recogida de las aceitunas cuando se intensificaron las lluvias. El agua tiró muchas aceitunas ya maduras. Aún así, se han podido recoger del suelo bastantes, pero eso ha disminuido la calidad. También han hecho mucho daño en los cereales y en general en frutos y hortalizas del Guadalhorce, porque los cítricos que se han caído de los árboles no se han podido recuperar.
- Ahora que están los pantanos llenos, ¿creen que están garantizados los riesgos?
- Tener los pantanos llenos es una seguridad, pero las administraciones se relajan cuando no tienen el problema de la falta de agua sobre la mesa y las inversiones en infraestructuras pasan a un segundo plano. Porque llueva, no está todo solucionado. Los pantanos, aunque ahora estén llenos, no son suficientes para la demanda de agua.
- ¿Cómo se puede acabar con las enormes desigualdades entre el precio de los productos en origen (lo que se paga al agricultor) y el que repercute en el consumidor?
- Con la regularización, pero los gobiernos no están por la labor. El verdadero problema del campo son los precios; no hay ni un producto que cubra los costes de producción. Las tarifas se han hundido, tanto en los sectores agrícolas como ganaderos, y no hay forma de recuperarlas. Incluso el aceite, que siempre ha sido un producto aparte en España porque habíamos logrado establecer los precios en mercado. Pero ahora también tenemos unas tarifas bajo mínimos y generamos más pérdidas que beneficios porque los costes de producción aumentan cada día más. Sube todo: el IVA, el agua, la gasolina o la electricidad, que nos influye por ejemplo porque los riegos son a base de motores eléctricos. Y nosotros cada vez cobramos menos.
- A todo esto se añaden los robos en el campo. ¿Se sienten inseguros?
- Estamos desesperados. Hace poco hasta robaron unos aguacates en la Axarquía que tenían que cosecharse en Navidad. Es una barbaridad. El campo ahora mismo está totalmente desprotegido, están hurtando desde productos que luego se venden en los mercadillos hasta transformadores, instalaciones de riego, maquinaria…y todo para venderlo. La mayoría de las veces lo que van buscando son cables de cobre pero los daños que producen en las instalaciones para obtenerlos son mucho mayores que el valor de los cables en sí.
- ¿Y qué protección proponen?
- La intervención de la Guardia Civil en el campo, pero nos dicen que faltan efectivos. La presencia de las fuerzas del orden ha desaparecido, se ha quedado solo el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), que supervisa si los agricultores estamos cumpliendo todas las normas medio ambientales, pero no están allí para proteger los cultivos y el ganado. Así que habría que controlar los puntos de venta, sería mucho mas fácil. Si no se pueden vender esos productos robados a la fuerza tienen que bajar el número de estos delitos. En el campo siempre ha existido un robo para el consumo familiar, pero éste es para vender.
- ¿Cómo van las campañas de los cultivos mayoritarios como los cítricos y el olivar y las de los tropicales como el aguacate y la chirimoya?
- La campaña del aguacate ya ha terminado, al igual que la del mango, que son los cultivos subtropicales que tenemos aquí. Al estar en manos de empresarios agrícolas, sí consiguen venderlos a unos precios que cubren los costes de producción. No es lo mismo un empresario agrícola que un agricultor, este último se desentiende una vez que produce. El empresario agrícola es el que consigue ganar ese valor añadido. Los agricultores de la Axarquía, por ejemplo, están organizados y saben vender el fruto. Por otra parte, la de los cereales ha sido una campaña ruinosa, nada homogénea, con unas diferencias de rendimientos grandísimas.
- ¿Cree que el encarecimiento de los cereales por la bajada de la producción en Rusia repercutirá en la subida a corto plazo de los piensos?
- Seguro. La alimentación de los animales es a base de cereales. El problema es la sequía que ha habido en Rusia y los recientes incendios que han afectado a sus exportaciones de cereales. Se ha creado una alarma en cuanto a la falta de cereales en el mercado europeo, lo que está incrementando su precio. Digamos que los cereales están recuperando el valor que han perdido todos estos años. Tenían costes similares a los de los años 90; algo estaba fallando.
- ¿Cómo definiría el futuro de los agricultores y ganaderos de la provincia?
- Bastante preocupante, porque lo que se avecina no es mucho mejor que lo que tenemos ahora mismo. Los precios requieren una regulación que no se hace, hay muchísimos informes de la Unión Europea hablando de ello pero a corto plazo no hay nada planteado, el problema de los precios está complicado y las ayudas, que es el otro pilar que tenemos los agricultores, tienden a la baja, porque cada vez somos más países europeos los que utilizamos los mismos fondos. Si las ayudas disminuyen y los precios no se regulan a corto plazo el futuro es bastante complicado.
- ¿Por qué la agricultura no interesa a los jóvenes?
- Los jóvenes empresarios no le ven futuro por lo expuesto anteriormente. La falta de relevo generacional está motivada porque ven un sector con una inestabilidad de ingresos enorme, en el que no hay ninguna seguridad. Otra cosa es que vayan como trabajadores a unas determinadas campañas, como la de la vendimia, en Francia.
- ¿Cuál sería la fórmula para que el campo les resultara atractivo?
- Regular los mercados y que los agricultores jóvenes tengan mayor seguridad y, a raíz de ahí, dependiendo de las necesidades de cada familia, incrementar o disminuir la explotación. Pero hoy por hoy se produce sin saber cuánto se va ganar, solo se conoce lo que se va a gastar.
- A este paso, ¿quién trabajará la tierra?
- Los puestos de trabajo han disminuido porque la agricultura se ha mecanizado casi al completo, a consecuencia de que durante muchos años hemos sufrido la ausencia de mano de obra, aunque desde luego seguimos necesitando trabajadores porque hay que recoger el producto. La cuestión es en manos de quién quedará el terreno. Los precios de la tierra han bajado, estaban mucho más altos a lo que correspondía, pero la compra entre agricultores sigue siendo muy difícil porque no se conceden préstamos, así que las únicas transacciones que hay ahora son de padres a hijos, hereditarias, y la mayoría de esos jóvenes trabajan en otros sectores y tienen la agricultura como una segunda actividad.
- ¿Sigue el colectivo de inmigrantes manteniendo su peso en el sector?
- En estos momentos hay mucha mano de obra nacional para cubrir nuestras necesidades. No es que prefiramos o no a los inmigrantes , ni muchísimo menos. Lo que necesitamos es personal cualificado que trabaje con nosotros para las campañas de recogida. Durante muchos años ese espacio ha estado cubierto por extranjeros porque los nacionales estaban en otros sectores, ahora han vuelto y hay nacionales con experiencia más que suficiente.
- ¿Acuden a pedir trabajo en la agricultura los trabajadores de la construcción ahora en paro por la crisis?
- Sí, de hecho ahora tenemos lista de espera de personas que se habían dedicado a la obra y se ofrecen para cualquier trabajo en el campo, algo que no pasaba desde hacía años. Han vuelto a la agricultura por la crisis y se está contratando esa mano de obra para las campañas de recogida. Pero cuando el ladrillo remonte volverán a irse porque pueden ganarse mejor la vida como peones que como jornaleros.
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