Análisis
¿Otra estrategia?
El Mundo, , 11-08-2010Fracasados todos sus esfuerzos anteriores de abrir un foro oficial de diálogo con España sobre Ceuta y Melilla, Marruecos parece haber cambiado de estrategia. La manipulación del conflicto por el llamado Comité Nacional para la Liberación de Ceuta y Melilla, controlado por personas próximas al monarca marroquí, apunta en esa dirección.
Las cuatro notas y el comunicado marroquíes, en menos de un mes, denunciando supuestas agresiones de las fuerzas de seguridad españolas en la frontera de Melilla contra marroquíes y el supuesto abandono de ocho inmigrantes subsaharianos frente a sus costas parecen responder a ese objetivo.
El 18 de mayo, el primer ministro marroquí, Abas el Fasi, pidió en la Cámara Baja marroquí al Ejecutivo español que «abra el diálogo para terminar con la ocupación» de Ceuta y Melilla. La propuesta se parecía a la presentada por el rey Hassan II a comienzos de los 90 y recibió, esta vez del ministro español de Exteriores, una respuesta similar: España defiende «la absoluta españolidad» de los territorios reclamados.
Semanas antes, funcionarios marroquíes colgaron en un edificio administrativo del puesto fronterizo de Melilla un cartel con las normas para la renovación del permiso de circulación en la región que empezaba así: «Comunicamos a todos los vecinos de Melilla ocupada…»
Una portavoz de Exteriores se defendía ayer de las protestas marroquíes por la falta de respuesta oficial sobre los incidentes en Melilla remitiendo a los periodistas a las palabras del presidente del Gobierno en Palma de Mallorca y de Exteriores del pasado día 2. Zapatero defendió el comportamiento de la Policía y de la Guardia Civil, y reconoció que ya va siendo hora, tras ocho meses sin embajador marroquí en Madrid, de que el nuevo emisario se incorpore.
Designado a comienzos de año, Ahmed Ould Souilen, dirigente del Polisario hasta julio de 2009, no recibió el plácet de España hasta abril, pero hasta ayer el rey no había firmado su nombramiento. Así, algunos ven en el conflicto de Melilla una presión para que España trague definitivamente con el nombramiento del desertor saharaui.
La versión de la Policía española y de la senadora popular por Melilla, Carmen Dueñas, es que las fuerzas de seguridad en la frontera, ante las provocaciones de ciudadanos marroquíes, han actuado correctamente. Dueñas añade que algunos marroquíes se niegan a aceptar las órdenes de agentes femeninas. Si no hubiera intenciones diplomáticas ocultas, los incidentes de estos días podían resumirse en dos acusaciones: racismo (Marruecos) contra sexismo (España). Demasiado fáciles y falsas para ser verdad.
En su comunicado del 2 de agosto sobre las notas de protesta marroquíes hasta esa fecha, Exteriores declaró que «lo ocurrido no concuerda con el relato» ofrecido por Marruecos. «Cada año atraviesan las fronteras más de dos millones de personas […] Singularizar episodios desde una perspectiva unilateral no se corresponde con el espíritu de cooperación reinante», explicó.
¿Puede haber empezado a romperse ese espíritu de cooperación por decisión de Rabat? ¿Ha elegido Marruecos una fuente permanente de problemas menores, como la frontera melillense, para forzar concesiones del Gobierno español en otros frentes? Eso parece.
Si el Ejecutivo marroquí necesita «respuestas más precisas», las tiene en los comunicados de la Delegación del Gobierno en Melilla y las tendrá pronto con más detalles, nombres e insultos a los agentes españoles incluidos en el informe que ultima el Ministerio del Interior.
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