La Voz en Arizona

Tres horas de patrulla al lado del sheriff más duro de Estados Unidos

La Voz de Galicia, T.?L. | Corresponsal, 01-08-2010

La policía siembra el terror entre los hispanos con sus cacerías de emigrantes

La policía siembra el terror entre los hispanos con sus cacerías de emigrantes

Autoproclamado el «sheriff más duro de Estados Unidos», Joe Arpaio presume de haber encerrado a más de 40.000 indocumentados solo en Arizona. Tiene más de 70 años, pero, consciente de su momento de gloria, dice no conocer el descanso: presume de que trabaja 24 horas al día, 365 días al año. Una apretada agenda a la que estos días añade la obligación de atender a la prensa internacional, atraída por su obsesión con la inmigración ilegal.

Aclamado por sus votantes pero criticado por los defensores de los derechos humanos, Arpaio es también uno de los artífices de la llamada ley SB1070, que estos días divide como una frontera a Estados Unidos en dos bandos. A las cuatro de la tarde, bajo un sol de justicia, convoca a la prensa para que lo acompañe en una de sus llamadas «redadas contra el crimen común». La frase es solo un eufemismo para las denominadas «cacerías de emigrantes», con las que tanto el sheriff como sus policías juegan a aterrorizar a la población hispana.

Detención fallida

Comienza la persecución y la primera detención resulta fallida. A pesar del aspecto latino de la conductora y de su acompañante, ambos poseen pasaportes estadounidenses en regla y ni siquiera hablan español. Su delito consiste en haberse saltado, supuestamente, una señal de tráfico.

Que el sheriff Arpaio y sus patrullas realicen sus cacerías en las carreteras de la ciudad, en vez de en lugares más poblados como avenidas o parques, no es fruto de la casualidad. En el estado de Arizona una persona solo está obligada a llevar su identificación si se encuentra en un vehículo.

Precisamente, la nueva ley que entró en vigor el pasado día 29, y que una jueza estatal bloqueó parcialmente en el último momento, pretendía ampliar esta obligación a todos los espacios públicos. Tras la decisión de la magistrada de congelar esta pretensión, por considerarla discriminatoria contra las personas que sí tienen papeles, pocos en la ciudad de Phoenix creen que la pueda pararle los pies al sheriff.

«La nueva ley solo iba a legalizar algo que en realidad ya estaba ocurriendo desde hace tiempo», asegura Kyle Baptiato, un ciudadano nativo americano, a quien sus rasgos marcadamente mestizos han condenado a una vigilancia constante por parte de la policía. «Todos los días, con cualquier excusa, los agentes de Arpaio me piden los papeles de residencia. Algunas veces me los piden hasta dos veces en el mismo día, los mismos policías».

Es la dictadura de la paranoia. Una suerte de régimen policial en el que todo el mundo vive bajo sospecha y nadie está a salvo de ser juzgado por su aspecto físico.

En la rueda de prensa que ofreció, tras ser interpelado por una periodista de origen latino, el mismo Arpaio decidió detener la conferencia para preguntar a la comunicadora por su país de procedencia. «Soy de los Ángeles», responde la profesional ante la satisfacción de los compañeros.

No todos los objetivos del sheriff suelen salir tan airosos. Según una estimación realizada por el Ayuntamiento de Phoenix, desde el 2004, al menos 40.000 indocumentados han sido detenidos a manos de algún oficial del condado de Maricopa. Detrás de esta estadística se esconden métodos poco ortodoxos, cientos de denuncias por abusos de poder y una investigación oficial que, en estos momentos, se está llevando a cabo en la ciudad de Washington.

«Pueden investigar lo que quieran. Nosotros no hemos hecho nunca nada que vaya en contra de la ley», afirma contundente Arpaio, que pone como ejemplo de su transparencia la apertura con la prensa.

Racismo

Pero incluso con las cámaras delante, el poso del racismo es difícil de ocultar . En las casi tres horas que La Voz pasa patrullando con tres de los agentes de Arpaio solo dos conductores son multados por supuestas infracciones. Ambos tienen en común que son latinos.

El segundo de los vehículos responde, además, a todos los a emigrantes irregulares. Se trata de una furgoneta blanca que tiene como carga decenas de alfombras y sillas destartaladas. Al volante va Pablo Sánchez, un ciudadano mexicano que declara que no entiende el motivo por el que ha sido detenido. Cuando La Voz pregunta a los agentes sobre el verdadero motivo de la multa, recogen sus bártulos y salen disparados, excediendo, ellos sí, el límite de velocidad.

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