Meteoritos
Altruismo
Diario de Noticias, , 25-07-2010Caso real de calidad y generosidad humanas en situación de tragedia familiar. Mes de abril. Tudela. Paseo del Queiles. Un joven de 32 años, Javier Martínez Llort, ingeniero técnico industrial, es asaltado de madrugada por tres hombres de nacionalidad argelina para robarle el teléfono móvil. Se resiste. Su oposición al hurto es respondida con violencia brutal. Muere a las pocas horas. El incidente conmociona a la ciudad, que le rinde homenaje en el lugar de los hechos y se concentra en la plaza de los Fueros para reclamar “Justicia para Javi”. La cordura, la templanza, la sensatez del hermano mayor y de la novia del finado orientaron su asombro, su dolor y su tristeza hacia la necesidad de integración de los miembros de una comunidad diversa. Con mesura, con sosiego, aunque desbordados por las lágrimas. Tudela y su área de influencia cuentan con una notable presencia de población extranjera. El 14% de la población de Tudela es inmigrante y procede de 41 países diferentes. Casi un 26% son argelinos. Un 12% del alumnado es inmigrante. El momento era delicado, susceptible de indignación incontrolada. Sin embargo, ni una concesión al racismo o la xenofobia con raíces en el que hubiera sido un comprensible y legítimo odio visceral. La plaza llena apreció, asumió y compartió el cívico deseo de integración, respeto, tolerancia y paz. La actitud de la familia abortó cualquier tentación de sensacionalismo mediático, de estímulo de la persecución social y policial del inmigrante, y de reivindicación de modificaciones legislativas específicas. El Ayuntamiento se congratuló del ejemplo de civismo de la ciudadanía. La noble y ejemplar reacción familiar quedó sublimada con la decisión materna de la donación de los órganos del joven asesinado. Una determinación difícil con el cuerpo aún caliente, y el sobresalto, la sorpresa y la indignación clavados en el ánimo. Una donación múltiple, de todos sus órganos. Un vaciado del cuerpo muerto para llenar de vida otros cuerpos. Admirable entereza. Las circunstancias del óbito confieren aún mayor mérito al desprendimiento de una familia destrozada, cegada por la pena pero lúcida para la solidaridad. Sus órganos tuvieron diferentes destinos. Cada hospital envió sus equipos y redujo la angustia de las listas de espera. La muerte accidental de una persona, terapia vital para la salud de otros seres humanos. Paradojas de la naturaleza. Los órganos no dañados pueden vivir y dar vida. Estos avances de la técnica quirúrgica y de la farmacología requieren de donantes, que a veces surgen sin declaración previa de intenciones y en las condiciones anímicas más adversas. Historias ejemplares como ésta han de servir de acicate a la donación de órganos. El mejor regalo de un amigo invisible.
(Puede haber caducado)