Los agresores de los senegaleses «no tienen conciencia de haber hecho nada malo»

El Correo, DAVID GONZÁLEZ, 20-07-2010

Les amenazaron, rajaron las ruedas de su coche para impedir su huida y después les golpearon con bates de béisbol. Pese a la crudeza y gravedad de los hechos, los seis detenidos por la agresión a cuatro trabajadores senegaleses, ocurrida el pasado miércoles en el polígono industrial de Lantarón, «no tienen conciencia de haber hecho nada malo», confirman a EL CORREO fuentes de la investigación. Tampoco están arrepentidos. Los presuntos autores, con edades comprendidas entre 17 y 21 años, han quedado en libertad con cargos, aunque aún falta que cinco de ellos testifiquen en el juzgado. Sí ha completado este trámite el presunto cabecilla. J.S. – de 21 años y ex compañero de trabajo de las víctimas, a quienes responsabilizó de su despido – , deberá presentarse los días 1, 10 y 20 de cada mes tras declarar ayer ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Vitoria.

La imputación de J.S., que amenazó de muerte a los senegaleses cuando le despidieron junto a su padre por «comportamiento xenófobo», pone el broche a tres días de detenciones, al tiempo que abre la puerta al proceso judicial. El pasado viernes fueron arrestados dos implicados en la agresión, un menor de 17 años y un joven de 19. Al día siguiente se efectuaron tres detenciones más. Entre ellos, el de una chica de 17 años. Por cierto, tras la puesta en libertad de estos cinco atacantes, uno de los supuestos agresores tuvo tiempo de presentarse a un torneo de boxeo, que acabó ganando.

Noche en el calabozo

Al irse estrechando el cerco sobre el presunto cabecilla, la tarde del pasado domingo J.S. acudió por propia voluntad a la comisaría vitoriana de Portal de Foronda. Allí pasó la noche en un calabozo y, a la mañana siguiente, prestó declaración en el Palacio de Justicia. En los próximos días, los dos jóvenes de 17 años deberán rendir cuentas ante la Fiscalía de Menores, mientras que los otros tres participantes en la paliza tendrán que hacerlo ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1 al ser mayores de edad.

La Ertzaintza ha localizado parte de las armas con las que supuestamente atacaron a los cuatro operarios de origen africano. Se trata de dos bates de béisbol, que han sido incluidos en el expediente policial. Lo mismo ha sucedido con el último parte de lesiones, correspondiente a la cuarta víctima. S.T., de 34 años, pasó dos días ingresado en el hospital Santiago Apóstol de Miranda de Ebro con un «traumatismo craneoencefálico y una herida inciso contusa en el cuero cabelludo».

El Juzgado de Instrucción número 1, encargado del caso, ha ofrecido a los agredidos la atención de los forenses del Palacio de Justicia alavés, aunque lo más probable es que este servicio se preste desde los juzgados de Miranda, localidad en la que residen los cuatro trabajadores senegaleses.

El ataque se produjo el pasado miércoles. Fue el grave colofón a un largo acoso. Durante la mañana, la dirección de la firma siderúrgica que empleaba a los africanos y a J.S. decidió el despido de éste último y de su padre por sus «comentarios y actitudes fuera de toda educación y respeto» hacia sus cuatro compañeros. «Aquí nadie es más que nadie y no permitimos insultos por el color de piel», recordaron desde la compañía, Curvados Quintín.

El incidente del almuerzo

Un incidente durante el descanso del almuerzo fue la gota que colmó su paciencia. El joven intentó ocupar la silla donde descansaba uno de los africanos. Trató de obligarle a comer en la calle. Éste se negó. J.S., siempre según la versión de trabajadores de la factoría, pegó una patada en la mesa y tiró un café entre gritos «racistas».

La dirección optó entonces por el despido fulminante del joven y de su progenitor, quien también había mostrado «actitudes similares». Al enterarse de la decisión, explican desde la empresa, el joven lanzó varias amenazas. «¡Voy a matar a esos negros!» y «¡Mañana os vais a enterar!», señalan que soltó.

Su amenaza, no obstante, se cumplió mucho antes de lo previsto. Esa misma tarde regresó al polígono industrial en compañía de otros cinco jóvenes. Rajaron las ruedas del coche de uno de los trabajadores senegaleses para impedirles la huida y aguardaron hasta que éstos abandonaron el pabellón.

Pasadas las seis de la tarde, los cuatro operarios salieron en dirección a su turismo. «Repartidos en tres coches fueron a por ellos, intentando atropellarles, intimidándoles», relató un trabajador que habló con las víctimas. Cuando les acorralaron, empezaron a golpearles con los bates de béisbol. A S.T. le dejaron sin sentido.

Todos los agredidos necesitaron atención médica. Al día siguiente, tres denunciaron los hechos. Y a pesar de las reticencias iniciales de la jueza de guardia a exigir la detención de los autores, en los siguientes días se identificó y arrestó «a todos los implicados».

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