La crisis empuja a decenas de familias a vivir hacinadas en pisos de alquiler

La Verdad, T. M. M., 14-07-2010

La historia se repite. A pocos les sonará a nuevo la estampa de diez o doce personas viviendo en un apartamento para tres en condiciones que rozan lo infrahumano. No suena a nuevo porque la situación ya se vivió hace unos años con la llegada masiva de inmigrantes a la ciudad y la imposibilidad de estos de ocupar viviendas propias hasta no lograr una cierta estabilidad laboral.

Esa estabilidad fue llegando y a medida que los ingresos lo permitían, y tras la intervención policial y de Servicios Sociales, se fueron desalojando hacinamientos de los que los grandes beneficiarios eran los encargados del piso, los que lo alquilaban al propietario para luego realquilar las habitaciones. Pero esa tragedia ha vuelto a resucitar como consecuencia de la crisis y la situación de desempleo.

En los últimos meses han aumentado las denuncias ante las ONG que trabajan con inmigrantes . «Son muchas las familias que se están viendo obligadas a abandonar los pisos en los que residían hasta ahora porque no pueden hacer frente al alquiler. Ante eso sólo les quedan dos opciones: compartir espacios con otras familias aunque sea en pésimas condiciones; o dormir en la calle. Algo muy desagradable teniendo en cuenta que estamos hablando, en la mayor parte de los casos, de matrimonios con hijos», comenta el presidente de la asociación Intiraymi, Luis Gilberto Ochoa.

Matiza Ochoa que existe una diferencia entre la situación actual y la que se vivió hace algunos años. «Si miramos al pasado recordaremos cómo había aprovechados que realquilaban las habitaciones a precios desmesurados y metían a doce o trece personas en una casa para cinco. En principio las noticias que tenemos hasta ahora es que no está siendo tanto así, sino que más bien se trata de diferentes familias o grupos de personas que deciden unificarse todas en una casa a pesar de no tener el suficiente espacio. Confiamos en que no se repitan las situaciones de hacinamientos que ya vivimos».

Para Ochoa, esta problemática está directamente ligada a la de huida de inmigrantes de la ciudad a otras provincias vecinas o incluso retorno a sus países de origen. «En el último trimestre han regresado a sus países muchos bolivianos y colombianos, no tantos ecuatorianos porque la mayoría de ellos han logrado integrarse en la sociedad lorquina y sus hijos ya son de aquí. A ellos es a los que se les plantea el problema de qué hacer cuando ven que los ingresos no llegan por falta de empleo. En estos casos, algunos optan por marcharse uno o dos meses a otras ciudades españolas en las que puede haber más posibilidades y regresar al cabo del tiempo a ver si han aumentado las ofertas de trabajo en el campo lorquino».

Ochoa recuerda que «no son sólo familias inmigrantes las que están vivienda esta situación, también muchas lorquinas».

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