Temporeros inmigrantes en adosados junto al mar

Una empresa de Huelva ofrece casas cómodas para la recogida de arándanos

Público, OLIVIA CARBALLAR ALMONTE (HUELVA), 30-06-2010

Sólo falta la piscina. A la derecha, una gran explanada de césped con sombrillas de paja. A la izquierda, varias filas de casitas adosadas con porche incluido. La urbanización está a escasos metros de la playa de Matalascañas (Huelva) y a media hora andando de la aldea de El Rocío. ¿El precio? Ni se venden ni se alquilan. Son gratis y sirven de residencia a los más de 500 inmigrantes temporeros que recogen arándanos para la empresa Atlantic Blue. Es la antítesis de los asentamientos chabolistas en torno a la recolección de la fresa.

Las casas, unas 110, no son lujosos pareados, pero sí viviendas muy dignas: dos dormitorios, un cuarto de baño, un vestidor y un salón con cocina amueblada en unos 60 metros cuadrados. El suelo es de gres, el techo de escayola y las puertas de madera. Nada es prefabricado. Los muros, dobles, llevan una lámina de aislamiento que rebaja los más de 40º de la calle. Todo lo suministra la empresa. Los inquilinos no pagan nada. Ni agua, ni luz. Un vehículo los transporta hasta el ambulatorio si alguno enferma. Sólo hay tres normas: no violencia, respeto a cualquier tradición o creencia y no llevar a las casas a nadie de fuera.

La mayoría de los inquilinos son mujeres de entre 30 y 45 años. Natalia, Gheorgine y Morari preparan un arroz a toda prisa. “Aquí estamos muy bien, nos tratan como a personas, somos seis en la casa y todas de Rumanía”, dice Natalia. Suelen distribuirse por nacionalidades. Hay de todo: búlgaras, polacas, marroquíes…

Milca es la encargada de una tienda instalada junto a las casas. No falta de nada: fruta fresca, pan del día, detergente, dulces, refrescos… La empresa ha firmado un convenio con un supermercado de El Rocío. “Lo que no se vende, se lo llevan”, afirma el administrador de la empresa, Pepe Ulf, a quien saludan amablemente los trabajadores. Muchos hasta bromean con él. “Darle unas buenas condiciones a los trabajadores es lo mínimo y, además, nos garantiza tener una buena mano de obra”, añade Ulf, que pasa temporadas en una de las casas.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)