"Diego fue un héroe. Antes de morir salvó a su novia"
El País, , 26-06-2010La tragedia ferroviaria de Castelldefels (Barcelona) ya tiene nombres y apellidos. Los familiares de las víctimas pasaron el viernes el peor trago desde que, en la noche de San Juan, un tren Alaris segó la vida de 13 personas, jóvenes de origen latino que acudían a un concierto en la playa de Rubén El Rey – un cantante ecuatoriano que combina hip – hop, merengue y reguetón. Nueve de las familias se sacudieron al fin, día y medio después del desastre, la angustia de no saber con certeza si uno de los suyos estaba entre los fallecidos. Las autoridades confirmaron lo que ya sospechaban.
La Ciudad de la Justicia de Barcelona acogió por segundo día el desfile de familiares que, arropados por psicólogos y especialistas, deambularon entre el Instituto de Medicina Legal y una sala en la que aguardaban con paciencia noticias de sus seres queridos. “Están tranquilos para la que se les viene encima. Lo peor está por llegar. Trabajamos para que asuman lo ocurrido”, explicó por la mañana Mercedes Val, una de las responsables de las actuaciones del Sistema de Emergencias Médicas. “Están bastante enteros, es sorprendente cómo lo están llevando”, subrayó.
Las lágrimas de las madres, sin embargo, revelaban que había llegado a sus manos la lista de fallecidos. Los familiares habían aportado a los forenses descripciones precisas y fotografías que facilitaron el trabajo de identificación. Alrededor del instituto anatómico – forense, una mole gris con ventanas estrechas, algunos familiares se desahogaron explicando su historia.
“Solo llevaba seis meses aquí. Había estado luchando durante diez años para venir”, explicó Silvia, la madre de Diego Fernando Chamorro Pinchao (Ecuador, 1986), uno de los 13 fallecidos en el accidente. “Su hermano y su primo iban con él cuando cruzó las vías”, añadió. Diego Fernando vivía en el barrio barcelonés de Trinitat Vella, estudiaba catalán y buscaba empleo. “Su sueño era trabajar de informático, que es lo que había estudiado en Quito. Era algo tímido”, añadió su hermano Javier, de 19 años, que sí logró cruzar la vía. Cuando se dio la vuelta, Diego Fernando había sido arrollado por el tren Alaris.
De los 13 muertos, nueve han sido ya identificados por el extenso equipo de forenses y policías científicos que llevan 30 horas trabajando. Los muertos son cinco ecuatorianos, dos bolivianos y dos colombianos. El Departamento de Justicia de la Generalitat facilitó ayer las identidades de nueve de ellos. En uno de los casos, la familia no autorizó que se hiciera pública esa información. En otros dos, el juez de Gavà que investiga el atropello pidió nuevas pruebas de ADN. A última hora de la noche, la Generalitat confirmó otros dos casos, de modo que solo quedan dos cadáveres por identificar. Uno de ellos entraña especiales problemas por su estado de descomposición. “Costará mucho”, dijo la consejera de Justicia, Montserrat Tura.
Representantes de consulados y asociaciones de inmigrantes sudamericanos pasaron el día en la Ciudad de la Justicia para apoyar y dar consuelo a sus compatriotas. Como la madre de Jesús David Parada Ayala (Bolivia, 1991), un joven de la región de Santa Cruz que vivía desde hacía años con su familia en Sabadell. El grupo de amigos con el que había viajado a Castelldefels no logró contactar con él tras el siniestro y así se lo dijo a la madre, que desde el principio se hizo a la idea de que su hijo estaba entre los muertos. La familia ha decidido que sea enterrado en Barcelona.
Las ceremonias fúnebres, sin embargo, tendrán que esperar. “No estamos en condiciones de entregar los restos a las familias. Hasta que la última muestra biológica no esté en las bolsas, no lo haremos”, dijo Tura, quien repitió que la espera puede ser larga: días e incluso semanas.
Mientras la madre de Jesús David lloraba por su hijo, los amigos añoraban a otro joven boliviano, Diego Erwin Gutiérrez Algarañar (Bolivia, 1992). “Era el más alegre de todos, siempre estaba de buen humor”, destacó su amigo Kiny. “Fue un héroe porque antes de ser arrollado por el tren consiguió subir al andén a su novia Patricia y salvarla”. La joven está ingresada en el Hospital Clínico de Barcelona. Kiny también cruzó las vías la noche de San Juan. Después del accidente fue a buscar a Diego Erwin pero no lo encontró. Solo vio cuerpos descompuestos. “Había una chica partida por la mitad y una cabeza suelta. Patricia repetía: ’¿Dónde está mi Diego?”. El joven había acabado un ciclo formativo de administración y vivía en el barrio barcelonés de Les Corts.
Silvia Pinchao, Kiny y otros amigos y familiares no solo lloraban a sus muertos. También denunciaron que en la estación no había suficientes medidas de seguridad. “Quiero que se haga justicia. Mi hijo pasó por las vías porque no sabía que había un paso subterráneo”, dijo Silvia. Una tesis que Kiny ratificó: “No se podía pasar porque estaba todo abarrotado. No venía ningún tren y pasamos, no fue por capricho. El tren no llevaba luces, no las vimos”, insistió.
Los familiares están molestos porque los responsables políticos explicaran, al día siguiente de la tragedia, que todo había sido culpa de una imprudencia de los jóvenes al cruzar por las vías del tren. Algunos sí admiten que ese comportamiento fue temerario. Pero otros, movidos por el dolor ante la pérdida de un ser querido, insisten en criticar la presunta falta de medidas de seguridad. Como Carolina Simbaña, prima del fallecido Diego Chamorro, que ayer por la mañana rompía a llorar: “Es muy traumático. No había luz ni vigilantes. No se veía nada. Si hubiese visto la luz del tren, yo no habría cruzado. Se dicen muchas mentiras y no es justo. Quiero una respuesta. Me siento culpable porque no pude hacer nada por ayudar a los demás. Es muy traumático”, dijo la joven.
Con la confirmación de nueve de las víctimas mortales, las familias afrontan ahora el proceso de duelo. No están solas. Cuentan con ayuda psicológica y con el apoyo de sus compatriotas, que han organizado para hoy un acto de solidaridad en Barcelona.
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