Lecciones de la inmigración
La Vanguardia, , 21-06-2010CON casi 6 millones de inmigrantes censados en el 2009, equivalentes al 12% de la población total, España es uno de los países europeos con mayores tasas de recepción de ciudadanos extranjeros, con la particularidad de que al menos un 44% de ellos se ha concentrado en las provincias de Madrid, Barcelona y Alicante. Aunque la mayoría de la población inmigrante procede de países iberoamericanos y africanos (en Catalunya suman dos tercios), los países de origen son muy diversos e incluyen en proporciones considerables a gentes procedentes de China, India, Filipinas o Pakistán, sin olvidar Rumanía y Bulgaria, y es evidente que de todo ello se deriva una gran diversidad de lenguas, culturas, creencias religiosas y hábitos cotidianos, que lógicamente tienen una intensa repercusión social.
Dos recientes estudios, de los que informamos en nuestra edición de ayer, analizan las relaciones sociales de los inmigrantes en Barcelona y Catalunya, con una primera y nada sorprendente doble identidad que la mayoría de ellos presenta. Así, mientras la estructura de las redes sociales de los nacidos en Catalunya se cohesiona en torno a personas de su propia ciudad o de su entorno inmediato, los inmigrantes sijs, que proceden de India, los chinos o los filipinos mantienen la mayoría de sus relaciones con personas de su mismo origen o nacionalidad antes que con las nacidas en la ciudad en la que residen o con las procedentes de otros países. Marroquíes o ecuatorianos, con amplia implantación en Catalunya, son también propensos a la relación con sus paisanos, aunque residan en otros lugares. En este fenómeno se detecta la incidencia de las nuevas tecnologías (internet, teléfonos móviles, redes sociales virtuales), que permiten comunicaciones fáciles, rápidas y económicas, así como los vuelos de bajo coste o la capacidad para enviar remesas de dinero.
Según un barómetro de Metroscopia sobre la comunidad musulmana en España, estas personas muestran un alto nivel de adaptación (81%) a las costumbres de nuestro país, y también son amplia mayoría (70%) los que dicen sentirse a gusto en España, al tiempo que un 89% considera que es perfectamente posible ser a la vez buen musulmán y buen español, pese a lo cual la mayoría mantiene fuertes vínculos con su país de origen, lo cual es muy evidente entre marroquíes, como lo demuestra que hasta un69% esperan retornar a Marruecos para jubilarse. Son parte de un caleidoscopio social cuya buena integración y convivencia en nuestro país requiere tiempo, respeto mutuo y apertura al conocimiento de la realidad de cada colectivo.
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