Refugiado
Diario de noticias de Alava, , 19-06-2010Tribuna Abierta
el desplazamiento forzoso de las personas – como el de Kirguizistán – , la huida del hogar para evitar la persecución política, el encarcelamiento o la tortura únicamente por haber ejercido la libertad de ser, de pensar, de tener una creencia o de expresar una opinión, es una necesidad de millones de personas (15,2 millones según ACNUR ). Sólo algunas de ellas llegan a España y solicitan el refugio (4.517 solicitudes en 2008) y sólo a muy pocas (151) el Estado les reconoció el estatuto de refugiado.
Es necesario luchar contra la impunidad y avanzar hacia la jurisdicción universal para perseguir los crímenes de guerra, genocidio y lesa humanidad, que provocan los desplazamientos forzosos. También hay que hacer un llamamiento hacia la responsabilidad social, porque esas mismas autoridades que impiden estas libertades son, también, parte contratante en acuerdos comerciales y económicos con los dirigentes y empresarios de los Estados democráticos, ya que, además de dictadores, actúan como propietarios omnipotenciarios de los territorios en los que gobiernan, dueños absolutos de los medios de producción, recursos naturales o mano de obra.
A su vez, las personas que huyen para evitar su persecución, la muerte o cualquier mutilación física o de su identidad (como ocurre con la violencia étnica, de género o la persecución por la orientación sexual) son tratadas como criminales porque no han podido cruzar las fronteras con pasaporte, no han podido contratar un transporte aéreo y han tenido que evitar los controles con maneras irregulares. La imposibilidad de que estas personas utilicen los procedimientos previstos para los viajeros les convierte en “personas que han cometido un ilícito – todavía administrativo en España – que consiste en una entrada irregular a un Estado”, por el que pueden ser privados de libertad, detenidos en un centro de internamiento o entregados a un país con el que se ha firmado un acuerdo de devolución. La supresión de la vía diplomática de solicitud de asilo tampoco ayuda. A ello se suma la externalización de fronteras, que traslada a países terceros, sin que haya garantías de que respetan los derechos humanos, la competencia del control de los movimientos migratorios, y también, claro está, de los solicitantes de asilo.
La realidad es que la Convención de Ginebra de 1951 sobre el estatuto de los refugiados y el resto de los instrumentos internacionales del derecho humanitario que se han desarrollado en los últimos 60 años no alcanza a las personas que se encuentran en los supuestos previstos “en su ámbito de aplicación”. El motivo es que existe la presunción de que seguramente se trata de un inmigrante económico al que hay que denegar la entrada. La normativa y los instrumentos que autorizan y facilitan la persecución de la inmigración por razones económicas dejan sin contenido el derecho de las personas a pedir refugio. Por otro lado, las personas que han logrado pasar todas las barreras y presentan su solicitud, posteriormente se enfrentan a una entrevista en la que la atención es deficiente y a un procedimiento lento y tortuoso. En definitiva a una carrera de obstáculos para demostrar que han sufrido la humillación, el miedo, la violencia y el horror que les haga personas merecedoras del estatuto de refugiado.
La injusticia, la sinrazón, la violencia son demasiado cotidianas para muchas personas; pero se ha extendido la certeza de que mienten. Y si dejamos de creer en que hay personas que huyen de una persecución, y dejamos de protegerlas, cuando el motivo de su persecución es la defensa de las libertades, nos olvidamos de la Declaración de 1948 de Derechos Humanos de la Asamblea General de las Naciones Unidas y del resto de compromisos del derecho internacional humanitario.
Para paliar estos desastres humanitarios sobre los que no somos ajenos se necesitan impulsar políticas de reasentamiento en Europa, sin que la actual crisis económica sea una excusa para restringir derechos, porque el progreso económico no es posible sin el respeto a la dignidad de las personas y sin el desarrollo humano.
* Coordinadora del Ararteko
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