Indignación en México por la muerte del niño en la frontera

Agentes estadounidenses dispararon contra el adolescente

La Vanguardia, , 11-06-2010

JOAQUIM IBARZ – México.Corresponsal

Un segundo caso tensa las relaciones: la paliza mortal de los agentes en San Diego a un inmigrante
La muerte por disparos de agentes de la patrulla fronteriza estadounidense de Sergio Adrián Hernández, un chico de 14 años, y la del inmigrante Anastasio Hernández, golpeado en San Diego hasta su fallecimiento tras larga agonía, han causado en México más indignación que la aprobación de la ley de Arizona que criminaliza a los indocumentados. El enojo es general. La TV difunde una y otra vez las declaraciones de la madre del muchacho en las que denuncia que su hijo “fue asesinado a quemarropa en territorio mexicano”.

La TV mexicana retransmite una filmación estremecedora con sonido en vivo realizada con un teléfono móvil de la paliza que varios guardias fronterizos propinaron a Anastasio, hasta morir por traumatismo craneal.

En la frontera aumentó la tensión hasta el punto de que la policía federal mexicana apuntó con sus fusiles a los agentes de la migra norteamericanos que hicieron ademán de cruzar el río Bravo con la presunta intención de llevarse los casquillos del arma que disparó un agente y alterar así el escenario de la muerte del muchacho. El padre del menor aseguró que policías estadounidenses intentaron recoger en territorio mexicano las pruebas del homicidio.

Amnistía Internacional condenó los hechos desde Londres. La directora para América, Susan Lee, aseguró que la muerte del niño “fue una reacción desproporcionada, que vulnera los estándares internacionales que contemplan el uso de armas por la policía sólo como último recurso y en respuesta a una amenaza de muerte inmediata que no puede ser evitada más que con el uso del arma”.

La prensa mexicana y las redes sociales reprueban en duros términos las dos muertes que han enturbiado las relaciones entre México y Estados Unidos que los presidentes Obama y Felipe Calderón tenían mucho interés en mejorar. El desencuentro fronterizo se produce cuando faltan poco más de 40 días para que el estado norteamericano de Arizona aplique la polémica ley que permite la detención de cualquier inmigrante que se sospeche no tiene sus documentos en regla.

El pasado lunes, cuatro adolescentes jugaban bajo el puente fronterizo que comunica Ciudad Juárez con El Paso en el estado de Texas. Según los agentes norteamericanos, los chicos lanzaron piedras al otro lado de la frontera, por lo que se sintieron amenazados y respondieron con balas. Sergio murió por los disparos que recibió en el cráneo. Un testigo dijo que los jóvenes jugaban a que se acercaban al río y se alejaban; la patrulla fronteriza lo pudo tomar como una provocación.

María Guadalupe Güereca, madre del muchacho, declaró a la cadena Televisa: “Mi niño no quería cruzar la frontera; jamás se iría sin avisarme. Mataron a mi niño en su propia tierra”.

Jesús Hernández, padre del joven, declaró: “Sergio era un buen estudiante, trabajaba como maletero para ganar unos pesos. Estaba jugando… No quiso cruzar el río Bravo, sus zapatos estaban secos. Su error fue sacar la cabeza para mirar hacia el otro lado, le dieron en la mera frente, entre los ojos. No agredió ni aventó piedras, no lo haría”. La Casa Blanca lamentó el suceso que ya es investigado por el FBI, que asumió el caso al ser un oficial federal quien disparó y mató al niño.

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