Los ultras holandeses exigen entrar en el Gobierno tras su fuerte ascenso
Las Provincias, , 11-06-2010La derecha liberal ha ganado las últimas elecciones holandesas, pero por los pelos. El VVD de Mark Rutte ha cosechado 31 escaños y el 20,42% de los votos, mientras que su más directo adversario, Job Cohen, cabeza de fila de los laboristas (PvdA), se ha quedado con uno menos (19,61%). Los democristianos de Balkenende (CDA), que en la coalición gobernante forzada a la dimisión el pasado febrero por una disputa sobre la permanencia de las tropas en Afganistán ocupaba la posición de referencia con 41 escaños, ha perdido 20 y queda en cuarto lugar al no haber contabilizado más que un 13,63% de los sufragios. Es la extrema derecha islamófoba de Geert Wilders la que se ha confirmado como tercera fuerza política del país, con el 15,48% de los votos y 24 escaños.
El resultado refleja, en líneas generales, las grandes tendencias de voto barajadas antes de la jornada electoral. Esencialmente, los holandeses han demostrado una fuerte preocupación por el deterioro de la economía – de ahí el apoyo a las políticas de austeridad de Rutte que, sin embargo, ha sido menos pronunciado que el que se le anunciaba – , pero prefieren combatir la situación sin correr riesgos excesivos – por ello el segundo puesto de Cohen – .
Las urnas, además, han confirmado una corriente detectada en otros países europeos. Una parte del electorado rechaza las políticas de inmigración y percibe al islamismo más radical como una amenaza para la identidad holandesa. Sólo así se explica el espectacular despegue del PVV de Wilders, que ha pasado de 9 a 24 escaños.
Con este rompecabezas de resultados, las especulaciones sobre la nueva coalición que deberá regir los destinos del país, fundador de la UE y una de las economías más prósperas del planeta, se disparan. Sobre el papel, y por la aritmética parlamentaria – la mayoría requerida son 76 escaños en una Cámara de 150 – , son técnicamente posibles alianzas de centroderecha y de centroizquierda, con los liberales de Rutte al frente en los dos casos.
Coalición multicolor
El problema lo plantea el PVV de Wilders. Sus resultados muestran un núcleo amplio de población muy molesto con las políticas de inmigración practicadas por los sucesivos gobiernos del país y son varios los analistas que consideran imprudente ignorar esa realidad.
A Rutte, seguir esos consejos le obligaría a constituir una coalición decantada abiertamente a la derecha, dejando fuera a los socialistas, que le vienen pisando los talones, pero la alternativa sería una coalición de centroizquierda con los socialistas, verdes y otras formaciones minoritarias, que desvirtuaría el núcleo del mensaje liberal y que dejaría al ganador de los comicios en minoría ideológica dentro del gobierno constituido por él mismo.
Consciente de la compleja situación, Wilders continuaba ayer con su estrategia de presión para acceder a la dirección del país. «Queremos entrar en el Gobierno y están obligados a contar con nosotros», proclamaba exultante.
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