Hay un grupo que tiene atemorizados a los inmigrantes que viven en Sudáfrica: los ‘Red Ants’ (hormigas rojas).

En Johannesburgo hay más de 1.000 edificios semiderruidos y ocupados por personas llegadas de Zimbabue, Malaui, Tanzania o Mozambique. Los propietarios suelen cobrar unos 750 rands al mes (unos 99 dólares) a los habitantes de estas chabolas verticales, dinero que no siempre pueden pagar. Entonces, grupos de seguridad privada como los ‘Red Ants’ desalojan con violencia a los ‘okupas’ de la pobreza.

La ONG Médicos sin Fronteras ha sido testigo, entre el mes de septiembre de 2009 y el de marzo del año 2010, del desalojo de al menos cuatro de estos edificios y ha atendido a los heridos: «Presentaban contusiones graves y heridas abiertas como consecuencia de los golpes infringidos con palos y los impactos con balas de goma».

Pero no es ésta la única amenaza que sufren los inmigrantes en Sudáfrica, tal y como denuncia Médicos sin Fronteras (MSF). Porque una de las soluciones que ofrecen las autoridades es realojar a los inmigrantes , algo que muchos sudafricanos jamás tolerarían.

Sucedió el 7 de diciembre de 2009 en Polokwane. La policía y el Ayuntamiento de la localidad realojaron a un grupo de 100 zimbabuenses en un estadio por las malas condiciones en las que vivían en un suburbio. Las horas siguientes se convirtieron en un infierno, por los ataques de los sudafricanos contra esa comunidad de extranjeros.

El 22 de noviembre de 2019, más de 1.600 personas, todas ellas zimbabuenses (había 187 niños), fueron expulsadas por residentes locales de una barriada del suburbio de De Doorns, en la región del Cabo Occidental. MSF afirma que «la gente del lugar decía que los extranjeros les estaban dejando sin empleo porque aceptaban trabajar en las granjas como mano de obra barata».

Entre las víctimas de este ataque figuraban personas que habían vivido los ataques de febrero de 2009, cuando siete zimbabuenses fueron quemados vivos por los mismos motivos.