CUARTA CONVOCATORIA DE UN PROYECTO EXITOSO

El Raval con más armonía

Alumnos de siete escuelas de Ciutat Vella representan musicales en catalán dentro de un plan educativo pionero En cuatro años, han pasado de tres a 40 representaciones

El Periodico, CARLOS MÁRQUEZ DANIEL BARCELONA, 08-06-2010

Los niños dieron ayer una nueva lección a los mayores. El catalán, esa golosa arma que todo burócrata sabe bien cuándo y cómo desenfundar, se tornó fiesta e ilusión en el Teatre Condal, donde siete escuelas del Raval protagonizaron siete musicales traducidos a la lengua de Martí Pol. Paquistanís, filipinos, indios, ecuatorianos, bolivianos, chinos, catalanes…; renacuajos de todo el mundo entonaron y bailaron en un ejemplar ejercicio de normalización lingüística. Nótese que la población inmigrante de Ciutat Vella supera el 40,5% del total. Y nótese que la sonrisa, los nervios y la pasión sobre el escenario trascendieron a toda polémica sobre dogmatismos o imposiciones; un debate, como se demostró en la sala del Paral·lel, más presente en los hemiciclos que en la calle.
«En cuatro años hemos pasado de tres representaciones a 40, así que puedes imaginarte lo satisfechos que estamos». Jordi Farrés, director de la Escola de Música Juan Pedro Carrero, impulsora de esta idea que cuenta con el apoyo del ayuntamiento, habla de naturalidad, aprendizaje, diversión, descubrimiento y sensibilidad. «Nuestro objetivo es unir a las personas a través de la música. Que actúen de manera espontánea y que se den cuenta de que es un lenguaje universal que nos hace iguales», comparte este pianista de 39 años.

Con solo 15 horas de ensayo, los niños y niñas de las escuelas Castelló, Collaso i Gil, Drassanes, Milà i Fontanals, Rubén Darío, Laboure y Vedruna han sido capaces de interpretar con solvencia musicales de media hora en los que hay un montón de letras y pasos que deben memorizar. Yolanda Mallofré, una de las profesoras que guían cada movimiento desde la platea, cuenta que tanto los padres como las escuelas están encantados con la iniciativa y que ya se han encontrado con algunas perlas, niños «con grandes capacidades para la música» que, según Farrés, pueden beneficiarse de las becas de que dispone la escuela.

Es curioso comprobar cómo el país de origen y la raza marcan las cualidades de cada uno. El musical Mamma mia!, por ejemplo, con alumnos de quinto y sexto de primaria, cuenta con una niña que se mueve como una peonza, y con un joven que exhibe el desparpajo del cine de Bollywood. «Los niños asiáticos son un poco más tímidos y los africanos tienen el ritmo en el cuerpo, pero todos, en general, han puesto todas las ganas del mundo y se implican por igual», afirma Yolanda, que como único punto negativo señala «los problemas de algunos niños a la hora de respetar la autoridad de un adulto».

Farrés destaca «las facultades de los filipinos», un pueblo muy amante del karaoke, y aporta el caso de una niña de la escuela Laboure que pone la piel de gallina con su interpretación en la obra Les aventures de l’Em. Explica también que los niños catalanes «son más difíciles de impresionar porque tienen la creatividad un poco más anulada por culpa de la tele».

Diga lo que diga su ADN, los 900 alumnos que han participado en estos musicales han demostrado que no hay idioma más universal que la diversión compartida. Y que aprender catalán no es cuestión de política, sino de voluntad.

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