El mexicano Anastasio Hernández Rojas, golpeado salvajemente el pasado viernes por una veintena de agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, falleció hoy de un paro respiratorio en un hospital de California.

Hernández iba a ser expulsado del país después de que una patrulla de tráfico que le sometió a un control descubrió que no tenía documentos. En las inmediaciones de la garita Tijuana – San Isidro el inmigrante comenzó a resistirse y los agentes respondieron con gran violencia. Testigos de los hechos refirieron que cerca de una veintena de agentes fronterizos golpearon y propinaron descargas eléctricas a Anastasio hasta que dejó de moverse y gritar pidiendo que dejaran de castigarle.Tras la agresión, Hernández Rojas fue internado en el hospital Scrips Memorial de Chula Vista (California, EEUU), donde le fue diagnosticada “muerte cerebral”.

El incidente ha causado una gran conmoción en México, que observa con preocupación e indignación la ley migratoria aprobada recientemente en Arizona, que convierte en delincuentes a los inmigrantes ilegales. La Comisión Nacional de Derechos Humanos mexicana (CNDH) condenó la agresión el domingo y avaló la versión de que que los agentes “le golpearon repetidamente y le aplicaron descargas eléctricas aun cuando ya no ofrecía resistencia”.

La víctima era obrero de la construcción y llevaba 20 años residiendo en el condado de San Diego (California). En el momento en que acaeció la muerte sus familiares se enfrentaban a la decisión de autorizar la desconexión del respirador artificial que le mantenía con vida.

El diario El Universal recoge en su edición digital que la Procuraduría de los Derechos Humanos de Baja California (PDHBC) ha exigido a las autoridades correspondientes sanciones que sienten un precedente contra los agentes migratorios que agredieron a un migrante mexicano.