Empanada en inmigración
La Vanguardia, , 30-05-2010Pero más allá de las barbaridades que puede llegar a verbalizar determinada progresía, lo preocupante es la insistencia en poner a gentes con la misma empanada mental en los puestos clave de responsabilidad sobre inmigración. Estos días han dado para mucho en este sentido. Por ejemplo, la secretaria de Estado Anna Terrón, que dijo textualmente: “Yo no he visto ningún burka por la calle y no lo prohibiré hasta que los vea”. O sea, que no prohibiría la violación porque no ha visto ninguna, ni el asesinato, ni
¡En fin, cansa mucho tanta sandez! Y en la misma línea repite argumentos el secretario de Immigració de la Generalitat, señor Oriol Amorós. Dice, en cósmico alarde de ingenuidad buenista, que nada de prohibir, que hay que “ayudar a las mujeres que se quiten el velo ellas mismas”, lo cual significa dos cosas: que no tiene ni idea y que practica un paternalismo con el fenómeno fundamentalista que debe de hacer reír mucho a los imanes de la cosa. Por eso se equivocan de interlocutores y de enfoque, y por eso mismo sus políticas sólo ayudan a consolidar núcleos islámicos integristas en todo el territorio. Por supuesto, Amorós y Terrón no deben de saber que en Catalunya tenemos una nutrida representación de salafismo wahabista, que lleva de cabeza al propio CNI. Ni que la aparición de niqabs en Lleida se debe al imán de la mezquita de la calle Nord, Abdelwahab Houzi, un fanático extremista que pasa temporadas en Arabia Saudí y que se ha negado a dar una entrevista a una periodista porque estaba maquillada.
No saben, pues, que esto no tiene nada que ver ni con la libertad, ni con la religión, sino con la proliferación de una ideología radical que amenaza el sistema de valores de la democracia. Por eso Àngel Ros en Lleida, Vila Abadal en Vic o el ministro Corbacho no se equivocan. Porque saben que, para defender la libertad, no se puede proteger el derecho a destruirla.
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